A pesar de la sonrisa que siempre nos regala y de ser un niño muy feliz, la historia de vida del pequeño Tashin empezó mal, muy mal. Nació en una familia muy pobre, tanto que sus padres tenían que compaginar varios trabajos para poder llegar a fin de mes, y a duras penas lo conseguían. Al soplar la vela de su primer cumpleaños su padre les abandonó sin previo aviso. Sus dos hermanos y él se quedaron solo con su madre que falleció un año después de la marcha de su marido.
Con solo dos añitos, Tashin se quedó huérfano y tuvo que irse a vivir a casa de su abuela que vivía en uno de los barrios de chabolas más grandes de Dhaka, el slum de Korail, en Bangladesh. Pero su abuela tenía que trabajar para poder alimentar a los niños, por eso se quedaban solos y no podían ir a la escuela.
Así malvivió hasta que cumplió 6 años y su abuela pudo reunir el dinero para matricular al pequeño en la escuela. Pero perdió el trabajo y tuvo que dejarla de nuevo. Dos años después, conocimos el caso del pequeño y lo apoyamos para que pudiera ser admitido de nuevo a través del proyecto que llevamos a cabo en la zona para promover una educación de calidad para todos los niños y niñas. Además de asumir el importe de la matrícula, le entregamos el material escolar que necesitaba, apoyo pedagógico, artículos deportivos, asesoramiento y una estrecha supervisión. Como Tashin, más de 250 niños y niñas reciben nuestro apoyo en Bangladesh a través de este programa que sirve también de inspiración para otras familias que ahora quieren escolarizar a sus hijos.
Los profesores del niño están encantados con su actitud. Nos cuentan que no falta casi nunca y durante las clases se muestra muy atento. Su abuela, por su parte, está muy esperanzada: “Quiero que a Tashin y a sus hermanos les vaya mejor y que puedan llegar hasta donde nosotros no pudimos”. Y Tashin tiene muy claro hasta donde quiere llegar: “Quiero ser médico para ayudar a la gente con dificultades, como ni familia”.
Poder ir a la escuela es un derecho de todos los niños y niñas del mundo, pero las circunstancias personales y de contexto de cada uno, muchas veces, distan mucho de poder ejercerlo. Nosotros, mientras tanto, seguiremos trabajando para que niños y niñas como el pequeño Tashin tengan la oportunidad de acceder a la escuela y abrir la puerta a un mundo de posibilidades.
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