Desde febrero de 2015 la población de Níger sufre la violencia de grupos armados no estatales en tres de sus frentes: la cuenca del lago Chad, las fronteras con Malí y Burkina Faso y la frontera con Nigeria. Esta crisis humanitaria, que se suma a las precarias condiciones socioeconómicas del país, tiene un efecto devastador en la supervivencia, la educación, la protección y el bienestar de la infancia, especialmente de las niñas.
En este contexto, el ejercicio del derecho a una educación inclusiva y de calidad en un entorno de aprendizaje seguro se hace prácticamente imposible. Para paliar esta situación, Educo y a la ONG local Organisation Nigérienne des Enseignements Novateurs (ONEN), con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional, para el Desarrollo (AECID), llevamos a cabo un proyecto para mejorar el acceso a una educación de calidad y segura de más de siete mil niños, niñas y adolescentes de 4 a 17 años en Tillabéri, una de las regiones que más desplazados internos y refugiados recibe a causa del conflicto.
Las principales actividades del proyecto tienen como objetivo crear espacios de aprendizaje seguros e inclusivos y aulas donde ofrecer cursos acelerados, así como dotar de materiales escolares a los alumnos, capacitar a docentes y promover prácticas de higiene en las escuelas y la comunidad. Asimismo, fomentamos el establecimiento de mecanismos para detectar, identificar y gestionar los casos de violencia de género y la necesidad de apoyo psicológico y psicosocial del alumnado y promovemos la cohesión social y las relaciones positivas entre pares para que entre todos se genere un buen ambiente en las escuelas.
De niño, Alassane (el proferor que aparece vestido con una túnica morada en la foto anterior) estudió primaria en la escuela de Sargane que dirige desde hace seis años. Cada año tenía que luchar para que sus estudiantes recibieran una educación en condiciones. La escuela era literalmente una cabaña, sin bancos ni libros de texto ni equipo didáctico y pedagógico suficiente y adecuado. Al comienzo de cada curso debía negociar con la comunidad el inicio de las clases, por lo que la escuela siempre empezaba con retraso y acababa antes de tiempo a causa del inicio de la temporada de lluvias.
Ahora la escuela cuenta con un edificio de tres aulas perfectamente equipadas con materiales didácticos y pedagógicos. Estas infraestructuras han mejorado mucho las condiciones de estudio de alumnado y docentes, que están resguardados del mal tiempo y las serpientes. Además, en vista de los cambios en el entorno escolar, y especialmente del personal docente, que ahora muestra su apego a la escuela, las familias se muestran más convencidas que nunca de la importancia de la escolarización de sus hijos. Como a Alassane le gusta decirles: “Crean en el poder de la educación”.
A pesar de no haber asistido nunca a la escuela hasta los 12 años Ramatoulaye ha logrado avances muy rápido y, después de solo seis meses, ya puede leer y escribir correctamente e incluso enseña a otros niños y niñas durante las sesiones de tutoría. Ha hecho muchos amigos, con quienes disfruta del tiempo libre, y espera poder seguir estudiando y algún día convertirse en maestra o enfermera.
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