Los niños de hoy en día parecen haber nacido con un smartphone bajo el bajo, ¿verdad? ¿Quién no se ha sorprendido al ver a un pequeño de solamente 2 años manejando intuitivamente una tableta? Sin duda, nuestros hijos son la "generación smartphone". Pero, ¿qué implica eso?
Hoy, en Educo, hablamos sobre la generación smartphone, sus características, su relación con la tecnología y los posibles peligros a los que se enfrentan estos pequeños y jóvenes.
El término "generación smartphone" engloba a todas aquellas personas que nacieron después de 1995 en un país occidental. ¿De dónde viene esta denominación? Muy sencillo: se trata de la primera generación que ha disfrutado (o padecido, depende de cómo lo veamos) de la hiperconectividad de los smartphones. Quienes nacieron a mediados de los años '90 han disfrutado de esta tecnología solamente en su adolescencia, sin embargo los nacidos a partir del año 2000 se han criado con tabletas, internet, móviles y aplicaciones online. El impacto tecnológico ha sido tan grande que a todos ellos les resulta imposible imaginar una vida sin estos implementos.
"¿Antes no había internet? ¿Cómo es que no existían los ordenadores portátiles? ¿La tableta es un invento nuevo? ¿Cómo vivías sin WhatsApp?" son algunas de las preguntas que podemos escuchar los adultos de boca de estos niños y jóvenes hiperconectados.
Su relación con la tecnología es tan estrecha que la generación smartphone ha desarrollado una nueva manera de comunicarse. Podría decirse que se trata de una forma más estática de comunicación ya que sienten que controlan toda su realidad desde su móvil, sin casi necesidad del contacto cara a cara. ¿Acaso no te ha llamado la atención alguna vez ver a jovencitos en grupo cada uno con su móvil en mano, sin interactuar entre ellos? Esa es la realidad de la generación smartphone: una vida interconectada con la tecnología y desconectada de otras situaciones que para sus padres antes eran cotidianas. ¿Mejor o peor? Es imposible de decir.
En la actualidad, 39,4 millones de españoles se conectan a internet, de los cuales el 92% lo hace diariamente, según datos publicados por RTVE en 2018. Lo llamativo de la información publicada es el tiempo de conexión diario: en promedio, los jóvenes de nuestro país pasan 5,20 horas por día en internet, entre redes sociales, música en streaming y televisión online.
Ahora bien, hablemos específicamente de las redes sociales. El estudio Connected Kids, elaborado por Kaspersky Lab e iconKids & Youth, arrojó una conclusión preocupante: "los niños españoles de entre 8 y los 16 años son adictos a las redes sociales y se comportan de forma muy peligrosa en la red, poniéndose en peligro a sí mismos y a sus familias".
Los niños y jóvenes de la generación smartphone son nativos digitales y como tales, se mueven como peces en el agua en todas las redes sociales habidas y por haber. De hecho, ya hemos hablado anteriormente, que su popularidad se mide en likes. Los "me gusta" que un niño recibe en las redes puede catapultarle a la fama, mientras que un comentario negativo puede hundirle en lo más profundo de la cadena de popularidad de un grupo.
El verdadero problema se produce cuando un niño se vuelve adicto a ese subidón que implica recibir cientos y miles de "likes". Aunque parezca extraño para nosotros, padres, madres y docentes, la reacción física que producen las interacciones positivas en redes sociales es equiparable a la que generan el alcohol, las drogas o el juego. Así, un niño puede caer en la adicción al estar en la búsqueda continuar del "subidón" y para ello es imprescindible estar siempre online, siempre conectado, siempre actualizando, comentando, publicando y subiendo cosas. De esta manera, la vida termina pasando más online que cara a cara y así, es posible que los niños experimenten problemas de comportamiento, concentración e incluso, fracaso escolar.
Las mentiras han existido siempre. En nuestra época, se decían cara a cara. Hoy en día, se dicen por internet. Instagram y Facebook son dos grandes escaparates donde la gente publica todo lo bueno que le sucede en la vida. Sin embargo, ¿es todo lo que vemos real? Siempre es bueno tener presente que no todo lo que reluce es oro. Los niños y jóvenes suben fotografías sonriendo, paseando, disfrutando pero muchas veces lo que vemos es lo que quien publica desea que veamos. Esto puede afectar a los niños y jóvenes, haciendo que baje su autoestima al comparar su vida (la real) con la vida virtual (lo que esa persona muestra de sí en las redes) de un amigo, compañero o famoso. Nunca sabremos si las redes sociales nos cuentan la historia real o simplemente eso, "una historia".
El acoso escolar no es nuevo. Existía hace 50 años y también hace 20. Sin embargo, internet le ha dado una nueva dimensión: el acoso online. Las víctimas ya no pueden escapar del acoso: reciben amenazas, burlas y toda clase de insultos en sus móviles y tabletas. Para estos nativos digitales, el ciberbullying es natural. De hecho, según datos del estudio Global Youth Online Behavior Survey realizado por Microsoft, el ciberbullying afectaba a un 37% de los jóvenes españoles en 2011-2012.
¿Te imaginas el daño que el acoso online puede provocarle a un joven que pasa 5 horas conectado? El ciberbullying se suma al acoso que se sufre en vivo y en directo, haciendo de la propia vida un infierno, como se puede observar en la película española Bullying (año 2009).
La generación smartphone vive una realidad diferente a la que nosotros, sus padres, hemos tenido. Son jóvenes hiperconectados, con menos roce social, gran interés por la popularidad y poco por la privacidad (algo que puede ponerles en riesgo). Está en nosotros guiarles para que encuentren el equilibrio entre la vida virtual y la real porque, al fin y al cabo, lo que pasa en la pantalla no deja de ser una irrealidad.
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