Mientras van moldeando su identidad, la mayoría de adolescentes son muy susceptibles al qué dirán sobre…Todo. Su conducta, su manera de estar dentro o fuera de “la tribu”, sobre cómo viste… y a veces esto dificulta el respetarse a sí mismo y a valorarse. Aunque parezca lo contrario, los adolescentes están tan pendientes de la opinión de los demás que se olvidan de ellos mismos. Y las consecuencias pueden ser nefastas. Hoy, te contamos cómo ayudarles a respetarse y a quererse, uno de los mejores regalos que les puedes hacer.
Tal y como indicábamos el artículo Enseñar a los niños a respetarse, publicado aquí en Cuaderno de Valores, a veces se nos olvida enseñar a nuestros hijos una de las grandes lecciones de vida: respetarse a sí mismos. Y se debería inculcar desde la primera infancia.
Así evitaríamos ver a nuestros hijos rogando ser queridos, o esperando siempre por alguien que les deja plantados, o que no se atrevan a expresar su opinión o a defender una postura… Si no les ayudamos, esta falta de autoestima les puede hacer mucho daño.
Según recoge el artículo Identidad en la adolescencia, de acuerdo con Erik Erikson, destacado psicoanalista alemán, “el mayor obstáculo que debe enfrentar el desarrollo de los adolescentes es el establecimiento de una identidad. Es un saber de quién es uno, hacia dónde se dirige en la vida y en qué forma uno encaja en la sociedad.” Y para conseguir esto, necesitan tu ayuda.
Sé un modelo a seguir. Si quieres que tu hijo o hija se respeten a si mismos y a los demás, ponte tú como ejemplo. ¿Cómo te tratas a ti misma? ¿Dejas que los demás siempre decidan por ti? Recuerda, tú eres el espejo en el que se miran y la forma en la que nos tratamos a nosotros mismos afecta – para bien o para mal, cómo nos tratan los demás.
No puedes caer bien a todo el mundo. Solo el hecho de intentarlo, sería frustrante. Este es un concepto simple pero cuanto antes podamos ayudarles a asimilarlo, mejor. Ayúdales a entender que lo que uno hace y piensa no siempre caerá bien pero es mejor ser honesto y coherente con uno mismo que intentar fallar agradando. Y sí, es posible ser amigos de personas que no piensen exactamente como tú.
Mantener una mente abierta. Aunque a ti no te guste o no estés de acuerdo con algo, mantén la mente abierta y haz un esfuerzo por no juzgar a los demás. Recuerda, el desarrollo de la empatía aquí es fundamental. Si en casa ven que mantienes una mente abierta, ellos también lo tendrán con los demás, y con ellos mismos.
Deja que exploren. Anímales a encontrar lo que les apasiona. Ofréceles todo tu apoyo a la hora de cultivar sus talentos e intereses. Participa de esas actividades aunque sea leyendo sobre el tema para que sientan que estás ahí. Sin mentir, se generoso con los halagos. Recuerda, cuanto más queridos y apoyados se sientan, más autoestima tendrán y más motivación para seguir explorando y moldeando su identidad.
Pide su opinión. Para ayudar a cultivar el respeto hacia sí mismos, haz algo que les sorprenda: pide su opinión e inclúyelos en las decisiones familiares. No sólo se sentirán halagados sino encantados de que de vez en cuando se les trate como adultos.
Recuerda que todos los días se nos presentan muchas oportunidades para fortalecer el respeto y la autoestima. Si quieres profundizar más en este tema, te animamos a leer el artículo Educando una buena autoestima publicado aquí, en Cuaderno de Valores.
Derechos de Imágenes: Hannah Busing , Pexels
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