Con la llegada del verano se incrementan enormemente los accidentes infantiles, especialmente aquellos relacionados con el agua y los ahogamientos. Las piscinas y las playas son divertidas, claro, y a la mayoría de los niños les encantan, pero antes de zambullirnos debemos tener en cuenta las normas de seguridad básicas para que el verano siga dejándonos buenos recuerdos.
Los niños muy pequeños se ahogan con facilidad y desgraciadamente en silencio. En contra de lo que podamos pensar, bastan tres centímetros de agua para que un bebé sufra un ahogamiento, los niños muy pequeños pueden literalmente ahogarse en un charco, basta con que caigan bocabajo y no tengan la habilidad suficiente para darse la vuelta por si mismos con la rapidez necesaria.
Por eso, la primera norma de seguridad es que no se debe perder de vista a los niños si hay agua cerca. Nunca. Ni lo que se tarda en mirar el móvil. La mayoría de los accidentes ocurren durante un pequeño despiste, así que, si vas con tu hijos pequeños a la piscina tal vez lo mejor es dejarse el teléfono en la bolsa, para evitar tentaciones.
Los expertos en seguridad infantil recomiendan que los padres echen un vistazo al niño cada 10 segundos (o sea, todo el rato) y que se mantengan a una distancia de unos 20 segundos, o a la distancia de un brazo. Bañarse con ellos suele ser la única solución, también en la piscina de los pequeños, esa que nos parece tan segura. Es lo que llaman la NORMA 10/20.
Un porcentaje importante de los accidentes infantiles relacionados con el agua se producen en piscinas privadas que, en muchos casos no cumplen las normas de seguridad. Las piscinas, todas, han de estar valladas, con puertas que los niños pequeños no puedan abrir fácilmente e incluso con alarmas en el perímetro. Las puertas, por supuesto, deben estar siempre cerradas - recordatorio para aquellos padres que ya tienen niños más mayores y no han de preocuparse tanto. Los adultos deben hacer un "reconocimiento del terreno" previo para evaluar los riesgos y el acceso a las zonas de baño.
En cuanto a los artículos de flotación, asegúrate que los de tu hijo cumplen las normas de la Unión Europea. Los chalecos son siempre la mejor opción. Los flotadores, por el riesgo de volcado, deberían quedar ya relegados al cajón de aquellas cosas a las que sobrevivimos los niños de los 80.
Aprender técnicas de reanimación cardiopulmonar probablemente debería ser una asignatura obligatoria en el colegio, sin duda lo es para los adultos que tenemos hijos, la mejor opción en caso de accidente siempre es la rapidez y nunca saber dar un masaje puede ser tan útil en nuestra vida.
No dejar juguetes en la piscina disminuye el riesgo de que los niños muy pequeños se tiren al agua para coger esa pelota que tanto les ha llamado la atención. Educa a tus hijos mayores para recoger sus juguetes cuando salgan del agua; en las piscinas públicas o privadas de urbanizaciones la seguridad de los peques es un poco responsabilidad de todos.
Estas medidas de seguridad han de ser tenidas en cuenta incluso en esas piscinas hinchables, que además, se deben vaciar y poner bocabajo en cuanto que dejan de usarse.
Y por supuesto, enseña a tus hijos a nadar. Sin eliminar el riesgo por completo un niño que sabe flotar y nadar tiene muchas menos probabilidades de ahogarse.
Feliz verano.
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