Los niños aprenden sobre todo con el ejemplo y, aunque parece que cuando llegan a la adolescencia procuran comportarse exactamente de forma contraria de lo que nosotros queremos, la realidad es que se parecen mucho más a nosotros de lo que nos gustaría admitir. Y eso, por supuesto, incluye todos los malos hábitos. Y fumar no se escapa.
Según un estudio realizado en EEUU y que incluye datos del Servicio Nacional de uso de Drogas y Salud de dicho país recogidos entre 2004 y 2012, los adolescentes hijos de padres fumadores presentan un riesgo de ser fumadores tres veces superior al de los adolescentes hijos de padres no fumadores. El estudio se ha realizado examinando datos de 35.000 encuestas sobre hábitos respondidas tanto por los padres como por sus hijos adolescentes.
Así, de los adolescentes cuyos padres nunca habían fumado, el 13% reconoció haber fumado al menos un cigarro en su vida, mientras que, en contraste, entre aquellos adolescentes cuyos padres fumaban reconocían haber fumado al menos una vez en su vida en un 38% de los casos.
Los datos arrojados por el estudio eran aún peores en el caso de las chicas que incrementaban el riesgo de tabaquismo cuatro veces si las madres eran fumadoras. El hecho que de las chicas se fijen en sus madres es también bastante natural, puesto que las madres somos el modelo a imitar.
Según el estudio entre los adolescentes que reconocían haber fumado el índice de dependencia de la nicotina aumentaba desde un 5% en aquellos cuyos padres no eran fumadores hasta un 15% en aquellos en los que los padres padecían tabaquismo.
El estudio sugiere que una de las formas de prevenir el tabaquismo en adolescentes podría ser la educación parental y el apoyo a los padres que quisieran dejar el tabaco.
Dejar de fumar es difícil, mientras que empezar es facilísimo. El ejemplo que damos a nuestros hijos no lo es todo, porque sobre todo durante la adolescencia los chavales buscan referentes en grupos y personas distintas a la familia, pero es lógico que los chicos perciban como normales los comportamientos que los padres hemos normalizado, lo que incluye estar enganchado al tabaco. La mayoría de los fumadores nacen durante la adolescencia. La presión del grupo social y esa necesidad de sentirse adultos, unida al ejemplo paterno y a una cierta inmadurez y falta de práctica en el autocuidado son probablemente los desencadenantes de esta adicción.
No hace falta decir que fumar es malo para la salud. Lo mejor que puedes hacer para que tus hijos no empiecen a fumar, es dejar de fumar tú.
Fuente: Healthday
Derechos d fotografía: machechyp, cagrimmet
adolescentes , Salud , tabaco , tabaquismo
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