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“Cada semilla, cada taller, cada charla que he recibido ha sido de gran utilidad en mi vida y la de mi familia”

Las semillas mágicas que cambian vidas

octubre 26, 2022

“Quién trabaja la tierra, se la merece”, dice la canción, pero en Nicaragua rara vez se cumple, pues solo el 23% de las mujeres que trabajan la tierra son dueñas de ella. La mujer lo tiene difícil en Nicaragua, pues sufre constantes discriminaciones, pero es mucho peor si viven en zonas rurales. Se calcula que son más de un millón y la mayoría de ellas viven en condiciones muy precarias, además de tener que sufrir constantemente la violencia por parte de sus parejas.  

Angela ha vivido toda su vida en una comunidad rural donde tuvo a sus cuatro hijos. Sus 72 años no la detienen a la hora de participar en todas las iniciativas o proyectos que signifiquen mejorar la calidad de vida y el bienestar de las mujeres de su aldea. “Aquí las mujeres tienen menos oportunidades, además de que sufrimos constantemente la violencia y el machismo. Es algo con lo que hemos crecido”, nos cuenta.  

La actividad que les genera mayores ingresos es la agricultura, pero las condiciones climatológicas no siempre ayudan, por eso hay que diversificar, para poder tener otra fuente de ingresos que les permita tener dinero para poder comer. “Con el proyecto de Educo nos hemos organizado 30 mujeres productoras y hemos recibido semillas, hortalizas, plantas medicinales y de otros tipos para sembrar y cultivar nuestras propias parcelas y obtener nuestros propios alimentos. Pero también nos organizamos para comercializar los productos que nos generan ingresos para nuestros hogares”, explica Angela.  

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Muchas de estas mujeres son madres solteras que quieren seguir luchando por sus hijos e hijas. Quieren darles una educación que mejore sus opciones a futuro. “A mí las otras mujeres me ven como un apoyo, porque les aconsejo que sigan trabajando, que no se dejen, que podemos lograr grandes cosas si estamos unidas. Por eso, siempre que puedo, sin importar el cansancio que pueda tener por mi edad, me involucro para apoyarlas”, afirma Angela.  

Semillas, plantas medicinales y cursos de formación para aprender nuevas masculinidades

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El esposo de Angela es un gran apoyo para ella: “Algo que me ha motivado para seguir esforzándome es que mi familia se ha involucrado en la siembra de mi parcela, principalmente mi esposo. A veces es él quien me motiva para seguir y también nos ha permitido seguir compartiendo tiempo juntos”. 

Nuestro proyecto –que cuenta con el apoyo de la Xunta de Galicia y la Fundación de Mujer y Desarrollo Económico Comunitario (FUMDEC)– no solo consiste en la entrega de semillas o plantas a estas mujeres, también las formamos para que conozcan buenas prácticas en la siembra, abonos orgánicos, insecticidas naturales, así como aprovechar los diferentes tiempos del clima en favor de sus productos. Además, formamos a los hombres con talleres sobre nuevas masculinidades que están generando pequeños cambios, pero muy importantes en la comunidad. Comprenden que las responsabilidades del hogar son compartidas y aprenden nuevas maneras de ser que aportan más armonía, tranquilidad y felicidad a sus hogares, especialmente a las mujeres que conviven con ellos.  

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El marido de Ángela ha recibido la formación y ya ha empezado a aplicar estos cambios, aunque asegura que tiene que aguantar algunas burlas por parte de sus amigos. Angela da fe del cambio: “En mi casa ahora se siente más alegría. Un cambio que he visto en mi esposo es que él me ayuda. Nos levantamos temprano, él antes que yo, va a moler el maíz al molino, me prepara el café todas las mañanas, y cuando yo me levanto ya tengo listo el maíz para hacer las tortillas y mi cafecito que él me hace. Ahora nos apoyamos mutuamente y él reconoce que, aunque uno esté mayor, no deja de aprender”. 

“Con este proyecto he visto cambios en mi familia” 

Angela está convencida de que todas las mujeres de su comunidad deberían participar en nuestro proyecto porque así la comunidad va cambiando: se organizan entre ellas y sobre todo, se apoyan entre ellas y así impulsan sus economías y el desarrollo de toda su aldea: “Cada semilla, cada taller, cada charla que he recibido ha sido de gran utilidad en mi vida y la de mi familia. Ahora sabemos cómo podemos aprovechar nuestra tierra, sacar la comida de ahí y también sacar ganancia para seguir invirtiendo. Me siento muy contenta y agradecida porque con este proyecto he visto cambios en mi familia. Mi esposo igual, aunque a veces hay amigos o personas de la comunidad que se rían de él porque nos distribuimos las cosas del hogar, él sigue haciéndolo porque comprendió que las responsabilidades son compartidas, no solo son para las mujeres” afirma Angela.   

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Antes de acabar la entrevista, este ejemplo de mujer quiso lanzar un mensaje a todas las mujeres: “Mi mensaje para otras mujeres es que ellas mismas, por si solas, valen mucho. Que participen en este tipo de proyectos que apoyan a las mujeres para que puedan tener su propia cosecha y los ingresos para sus familias, de esta forma cambiamos el lugar dónde vivimos”.  

 


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Alimentación , derechos de las mujeres , educación , formación , Nicaragua , nuevas masculinidades , Nutrición , Pobreza

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