El conocimiento es poder. Poder personal, fuerza y determinación para reclamar lo que es tuyo. Así pasa también con los niños y niñas, que muchas veces, no por ser pequeños sus derechos también lo son, sino todo lo contrario, precisamente porque son niños, la obligación de los adultos es protegerlos y hacerles saber lo que es suyo, intransferible e intocable: sus derechos.
Y eso es precisamente lo que hacemos en Benín: formar a los más pequeños y jóvenes para que sepan cuáles son sus derechos. A través de varias acciones de movilización y formación, les enseñamos a participar en todo lo que les concierne, además de formar a periodistas para que tengan esa sensibilidad especial a la hora de hacer su trabajo.
Porque en los departamentos de Borgou, Alibori y Zou, donde actuamos, se suceden a diario graves violaciones de los derechos de la infancia, y así lo confirman las cifras:
El 32% de las mujeres de entre 20 y 49 años se han casado antes de los 18 años.
El tráfico de niños afecta a unas 40.317 niñas y niños de entre 6 y 17 años.
“Antes de que Educo viniera a trabajar en la zona donde vivo la gente tenía demasiados prejuicios. En mi familia los niños y niñas sin familia que trabajaban eran vistos a menudo como una simple ayuda doméstica. Pero todo esto cambió después de participar en el proyecto. Los cursos de formación fueron un verdadero punto de inflexión en mi vida. Comprendí en profundidad los derechos de los niños y las niñas, incluido el derecho a la intimidad y las responsabilidades de los padres.
Después de la formación, mi determinación para cambiar actitudes y comportamientos fue muy fuerte. En mi propia familia se han producido transformaciones significativas: hace un tiempo ayudamos a una niña que había abandonado la escuela y sufría malos tratos. Gracias a la intervención de mi madre, esta niña fue a la escuela y tuvo la oportunidad de hacer un curso de iniciación. A pesar de que ya tiene 11 años, esperamos que obtenga el Certificado de Estudios Primarios para que pueda hacer una formación profesional y cumplir su sueño de convertirse en diseñadora de moda.
En la escuela, he aprovechado mi experiencia para concienciar a mis compañeros, sobre todo acerca del maltrato verbal. He contribuido a crear un entorno más integrador en el que se respeta a todo el mundo, sea cual sea su nivel de competencia lingüística. Por ejemplo, con un compañero que, cuando hablaba en clase, nos reíamos de él porque no se expresaba bien en francés, pero ahora eso ha cambiado gracias a mi labor de sensibilización.
A mis 15 años, mis aspiraciones son fuertes: quiero convertirme en defensora de los derechos de los niños maltratados. Mi historia es un ejemplo del impacto que puede tener la educación y la sensibilización, no solo en la vida individual de un niño, sino también en su familia y su comunidad. Represento el poder de la juventud para lograr un cambio positivo”.
Benín , derecho a la educación , derechos infancia , educación , formación
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