Nuestro trabajo durante 2022 se vio impregnado por la vuelta a la normalidad tras la pandemia. La experiencia de los dos años anteriores, adquirida a marchas forzadas como todo el mundo, nos sirvió para encarar esa nueva etapa y esforzarnos para recuperar el tiempo perdido y todo lo desandado respecto a los derechos de la infancia.
Ejemplos del impacto de nuestro trabajo los encontramos en África, donde conseguimos acompañar a miles de familias de Borgou y Alibori, en Benín, en la expedición de 9.445 certificados de nacimiento de sus hijos e hijas. Repartimos miles de sacos de comida entre las escuelas en Burkina Faso. Garantizamos espacios seguros a 44.384 niños, niñas y jóvenes de Mali. Conseguimos que 3.000 niños y niñas refugiados y desplazados internos volvieran a la escuela en Níger y que 790 chicos y chicas en Senegal montaran una campaña de comunicación para defender sus derechos.
En América, trabajamos también para que 34 escuelas y 11 comunidades de Bolivia aprendieran a reutilizar, reciclar y reducir residuos. 245 funcionarios recibieron formación en prevención de la migración irregular y protección a la infancia retornada en El Salvador. Equipamos a 20 escuelas con equipos informáticos y plataformas de aprendizaje en línea en Guatemala y, en Nicaragua, 298 niñas y niños participaron en talleres de autoprotección para prevenir situaciones de violencia.
En los países de Asia en los que estamos presentes conseguimos, entre otros logros, que 965 niños y niñas víctimas de trabajo infantil volvieran a la escuela, concretamente en Bangladesh. 181 niños con discapacidad de Camboya recibieron kits educativos a domicilio para que sus familias acompañaran su desarrollo. 1.240 madres y padres participaron en talleres sobre los efectos negativos del castigo y los beneficios del buen trato en Filipinas y 593 niños y niñas de India volvieron a la escuela tras abandonar los estudios.
En España, además de nuestro trabajo para paliar los efectos de la pobreza en la infancia, sobre todo en el espacio del comedor escolar, colaboramos en la formación de 350 entidades de todo el territorio para que se consolidaran como entornos protectores y de buen trato para los niños y las niñas. También tratamos de paliar los efectos de la guerra en la infancia de Ucrania ofreciendo formación a distancia a 811 estudiantes de 5 a 11 años.
Damos cifras, sí, que nos sirven para rendir cuentas del trabajo realizado, pero para nosotros el ejemplo más claro del impacto de nuestras acciones está en los ojos de los niños y las niñas que participan en nuestros proyectos, cuando miramos dentro de ellos y nos transmiten tranquilidad, paz y, sobre todo, curiosidad y ganas de vivir. Algo que no podríamos conseguir sin la colaboración de todas las personas que caminan a nuestro lado. Un año más os presentamos nuestra nueva Memoria de actividades y os damos de nuevo las gracias por hacerlo posible.