La
leche es muy importante en la
alimentación infantil. De hecho durante los primeros meses de vida del bebé es su único alimento. No olvidemos que la Organización Mundial de la Salud recomienda 6 meses de
lactancia exclusiva, alegando que la leche materna es "una forma sin parangón de proporcionar un alimento ideal para el crecimiento y el desarrollo sano de los lactantes; también es parte integrante del proceso reproductivo, con repercusiones importantes en la salud de las madres". La OMS va más allá, aconsejando continuar con la lactancia materna durante la alimentación complementaria (hasta los 2 años o más).
Pero después del destete, ¿sigue siendo tan importante que los niños ingieran leche?
La leche de vaca es fuente de un gran número de vitaminas y minerales, entre los que destaca el calcio. Ahora, ¿qué podemos hacer si el niño se niega a beber la leche?
Desde
Educo, te traemos respuestas a estas dudas y te damos algunos consejos para que tus hijos cumplan con la dosis de leche diaria recomendada.
Propiedades y beneficios de la leche
La leche tiene un alto valor nutritivo, motivo por el cual se insiste en el consumo de leche y sus derivados, tanto por niños como por adultos. Quizá el principal beneficio de la leche sea su aporte de calcio, mineral imprescindible para: la osificación del esqueleto, la coagulación sanguínea, la transmisión de impulsos nerviosos y la contracción de músculos. De hecho,
la dosis diaria recomendada para niños de entre 12 meses y 10 años es de 800 mg., ingesta que debe aumentar a 1.200 mg. durante la adolescencia. Esto equivale a entre 2 y 4 raciones de lácteos al día. Para que puedas hacerte una idea: 1/2 litro de leche de vaca aporta 600 mg. de calcio.
Su aporte de calcio es fundamental para ayudar a prevenir enfermedades como la osteosporosis, el raquitismo y la desmineralización ósea. Eso sí, ten en cuenta que la correcta absorción del calcio depende del ejercicio físico y la vitamina D, una vitamina que es fabricada por el cuerpo humano durante la exposición solar.
Además, su alto contenido de agua ayuda a los niños a mantenerse hidratados, a la vez que sus proteínas cubren las necesidades de aminoácidos de los pequeños.
Consejos para que los niños beban leche
Probablemente te preocupe que tu hijo no quiera beber leche. Lo primero que debes saber es que no estás solo en esta lucha. Muchos niños a lo largo y ancho del mundo beben poca leche (o directamente, se niegan siquiera a probarla). En algunos casos,
la negativa se debe a un rechazo de su sabor o una aversión a su color blanco, mientras que en otros pueden existir intolerancias y alergias alimentarias (a la lactosa o a la proteína de leche de vaca) que impidan al niño digerirla correctamente, generándole malestar.
Si estás seguro de que tu hijo no sufre intolerancias ni alergias, pero aún así se niega a beber leche, no desesperes. Es posible lograr que los niños ingieran las 2 a 4 raciones diarias recomendadas. Ya te hemos dado consejos para lograr que los niños coman
verduras o
pescado, ahora veremos algunas recomendaciones para que los niños beban leche o, en su defecto, cubran las necesidades de calcio diarias. Y todo esto sin que pierdas los papeles.
1. Ofrecer derivados en lugar de leche
Muchos niños se niegan a beber leche pero admiten comer un yogur o se vuelven locos con el helado de nata. Parece una locura pero no lo es.
Intenta sustituir la leche por otros derivados y presta especial atención a las
etiquetas de los alimentos para determinar la mejor elección para tu hijo. Por ejemplo, los yogures suelen aportar entre 120 y 150 mg. de calcio por cada 100 gr. de producto, mientras que un helado a base de nata aportaría entre un 10 y un 20% de la dosis diaria total.
2. Camuflar la leche
¿Qué tal si pruebas a disfrazar un poco la leche?
Algunos peques sienten aversión por el sabor de la leche sola pero la admiten con un poco de cacao soluble, en batidos o incluso, con cereales. Un buen batido de plátano o fresas puede ser una buena opción para lograr que tus hijos beban leche y consuman fruta. ¡Todo en uno!
Ten en cuenta que el aporte de calcio de la leche es similar en la leche entera, semidesnatada y desnatada; siendo la principal diferencia el porcentaje de grasas de cada una. Consulta con tu médico pediatra la mejor opción para tu hijo.
3. Incorporar lácteos a las comidas
Para cubrir la dosis diaria de 800 o 1.200 mg. diarios puedes comenzar a incluir leche y derivados en tus platos habituales. Por ejemplo, puedes preparar el puré con un poco más de leche de la habitual, hacer una salsa bechamel o un arroz con nata y jamón, preparar flan casero o natillas, etc. Las opciones son múltiples y aunque te parezca un esfuerzo nimio, si sumas un poco aquí y un poco de allí, verás cómo tu peque ingiere la cantidad necesaria.
4. Buscar otros alimentos que contengan calcio
La leche es famosa por su aporte de calcio pero no es el único alimento que lo contiene. Si tu peque no quiere beber leche y te preocupa que no cumpla con los requerimientos de calcio, ¿por qué no pruebas con nuevos alimentos?
Algunos pescados como la dorada, el besugo, el boquerón y la lubina aportan calcio al organismo, al igual que las sardinas en lata. ¿Y qué me decís del huevo? La yema de huevo aporta aproximadamente 130 mg. de calcio por cada 100 gr., similar a los 134 mg. de los 100 gr. de garbanzos cocidos.
Dentro de las verduras, también encontrarás un buen aporte de calcio, principalmente en las acelgas, brócoli, espinacas, berros y cardo. Otro alimento que puede ser interesante es la soja, ya que su aporte de calcio es muy similar al de la leche. ¿Qué tal hacer una
hamburguesa de soja,
croquetas de soja o un
bizcocho de chocolate y soja?
Si logras que tu hijo coma algún derivado lácteo como quesos o yogures, incorporas leche a los platos que más le gustan, le ofreces batidos o helado y preparas alguno de los alimentos con calcio que te hemos comentado, ¡no deberás preocuparte por la ingesta de calcio de tus hijos! Pon a prueba nuestros consejos y sigue intentando que tu hijo beba leche, pero sin obligarlo. Da ejemplo y programa su alimentación para que siga creciendo sano y fuerte.
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