Santa Bárbara, en el departamento de Huehuetenango, es el municipio de Guatemala con los niveles de pobreza más altos del país. Casi un 98 por ciento de su población –prácticamente la totalidad de sus 34.000 habitantes– vive en situación de pobreza, y
un 64 por ciento sufre de pobreza extrema. Todo ello se traduce en múltiples carencias en relación con su salud y su educación.
En este contexto
las desigualdades entre hombres y mujeres se acentúan. Ellas ven mermada su salud reproductiva, su empoderamiento y su participación en el mercado laboral. Todavía más si se trata de mujeres indígenas, que reciben un salario menor que los hombres indígenas y menor también que las mujeres no indígenas. La mayoría continúan relegadas al ámbito de la economía del cuidado, casi siempre sin remuneración.
Teniendo en cuenta que la independencia económica es fundamental para la erradicación de la violencia contra la mujer, desde Educo, junto a la ONG socia local Tierra Nueva y con el financiamiento de la Xunta de Galicia,
hemos trabajado durante los dos últimos años por el empoderamiento, la inclusión social y política y la autonomía económica de 131 mujeres indígenas maya-mam de las comunidades rurales La Vega y Cerro Gavilán de la aldea Xoconilaj, en el municipio de Santa Bárbara.
“Aprendimos sobre aspectos técnicos, como el pesaje de cerdos, la alimentación, la limpieza de cada día y la identificación por medio de aretes. También aprendimos otras cosas importantes como
el derecho de las mujeres, la autoestima, cómo debemos cuidarnos, querernos y darnos nuestro espacio”, nos cuenta María Verónica, que integra una de las unidades productivas del proyecto junto a su grupo de mujeres.
En total, estas 131 mujeres han logrado organizarse en 19 unidades productivas para la crianza de cerdos, el procesamiento y la transformación de productos cárnicos bajo el enfoque de prácticas pecuarias respetuosas con el medio ambiente. Todas ellas
han visto aumentar sus ingresos, pero también la percepción que tienen de ellas mismas y su papel en la comunidad.
Las mujeres han recibido formación en temas relacionados con sus derechos como la toma de decisiones, el liderazgo, la participación,
el respeto a la interculturalidad y la prevención de la violencia. Incluso han logrado conformar el Consejo Consultivo de Mujeres a nivel comunitario, integrado por mujeres de La Vega y Cerro Gavilán.
Todos estos talleres y formaciones
han sembrado la semilla en las mujeres participantes. Poco a poco ellas han ido tomando conciencia y están fortaleciendo sus capacidades y enriqueciendo sus conocimientos, lo cual contribuirá a que puedan
hacer valer sus derechos ante instancias comunitarias y municipales y velar así por sus necesidades.
María Verónica y las demás mujeres se sienten
orgullosas de lo que han conseguido y de cómo contribuyen a la satisfacción de las necesidades básicas de las familias: “Cuando un hijo se me enferma puedo colaborar con medicina. También con calzado y educación, porque mi esposo no da abasto. Tenemos otros gastos como el pago de la academia de mis dos hijos que estudian en nivel básico, pagamos agua y luz”. Ellas ahora son parte fundamental de la economía familiar y han ocupado su lugar en los espacios de toma de decisiones.
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