Mujer, joven, solidaria y entrenadora de fútbol en la India. ¿Existe un ejemplo más inspirador que Sheetal Pal? Esta preparadora deportiva trabajó durante unos cuantos años de su vida en escuelas y academias deportivas privadas, pero hoy ha decidido dar un giro a su vida y entrenar a niños y niñas de familias con tan pocos recursos que muchas veces vienen descalzos a entrenar, con el riesgo que eso supone: “Muchos niños venían a mi clase sin zapatos. El terreno en el que jugamos es un espacio abierto que a veces no está muy limpio ni es seguro, ya que tiene piedras o cristales con los que se pueden hacer daño. Insistí mucho en que trajeran zapatos y al final lo conseguí. Sus familias no les pueden comprar unas zapatillas de deporte, pero al menos traen un calzado que evita lesiones”, nos cuenta.
Sheetal sabe lo importante que es que la vida te dé una oportunidad porque ella lo vivió en primera persona cuando era pequeña y recibió el apoyo de una oenegé: "Yo misma he formado parte de una ONG mientras crecía y, por lo tanto, sé a qué se enfrentan los niños y niñas más desfavorecidos y qué necesitan. Cuando una amiga me habló de esta oportunidad en el proyecto Educo-Prerana, ¡no podía estar más emocionada!"
La mayoría de los niños y niñas que son explotados u obligados a pedir limosna deberían estar en la escuela y jugando para descubrir y aprender del mundo que le rodea, pero en lugar de esto, están aprendiendo a luchar para sobrevivir en un mundo de adultos. Lo que aprenden dista mucho de lo que sería adecuado para su edad. Sheetal nos lo explica: "Tenen muchas dificultades a su alrededor y muchas veces adquieren comportamientos que no son apropiados para su edad. Por ejemplo, algunos niños utilizan un lenguaje soez o simplemente no escuchan durante las sesiones. Esto ha sido un gran reto para mí".
Nadie piensa que sea un trabajo fácil, pero Sheetal nos cuenta que la constancia y el confiar en estos niños y niñas da sus frutos. Ya empieza a observar cambios positivos en cuanto a su comportamiento y actitud. Por ejemplo, muchos antes se peleaban a golpes entre ellos, ahora han aprendido a contenerse y a solucionar los problemas hablando. Son conscientes de que ese comportamiento no es bueno y por eso lo frenan. Sheetal trata de encontrar la manera de que jueguen sin problemas, creando grupos separados y haciéndolos participar. También piensa constantemente en cómo, a través del deporte, puede trabajar en sus personalidades e inspirarles para que sean buenos seres humanos y estudien bien.
"Antes, en mis clases, había menos alumnos, pero el número está creciendo constantemente. Las niñas se enfrentan a retos adicionales, ya que se espera que ayuden o incluso a que se encarguen por completo de las tareas domésticas cuando los padres se van a trabajar”. Pero Sheetal ha conseguido inspirar a muchas de ellas y ahora asisten a las clases de deporte al menos un ratito. Hace un tiempo una de sus chicas llegó a clase en los últimos diez minutos. Cuando le preguntó por el retraso ella dijo tímidamente: "Didi, tuve que ir a buscar leña para cocinar en casa, así que no pude venir".
La joven se sintió muy triste por la niña y le dijo que no se preocupara y que disfrutara de los minutos restantes de la clase. Fue entonces cuando se dió cuenta de lo mucho que les gustaba su clase a los niños y niñas, que se esforzaban por estar allí. “Los padres de estos niños están todo el día trabajando, pero ni así pueden subsistir. Por eso muchas veces se llevan a sus hijos a trabajar, y esto hace que se pierdan mi clase, pero nunca les presiono, todo lo contrario, intento motivarles diciéndoles que, aunque no hayan asistido a algunas sesiones, pueden apuntarse a las demás".
Tras ganar uno de los partidos, los niños y niñas estaban tan contentos que le regalaron una caja de bombones: “Fue un momento muy especial para mí porque sentí que era capaz de darles alegría y éxito en la vida. Pero no siempre es así, recuerda con tristeza: “Tenía a un adolescente que solía cortarse el brazo en cualquier discusión con la familia o los amigos. Pedí ayuda a Prerana-Educo para incluirlo en mi clase de deporte. Vino a algunas clases, pero ahora se ha mudado. Así que hay casos como estos en los que no podemos hacer todo lo que queremos, pero al menos intento ayudar a estos niños y niñas de la mejor manera que puedo".
Como lleva unos meses con los niños, tiene la esperanza de ver más cambios positivos en ellos. También intenta inspirar a los niños y niñas para que asistan regularmente a la escuela. “Hace un tiempo me di cuenta de que un niño faltaba mucho a clase. Hablé con él, me gané su confianza, y le dije que, si no faltaba al cole, haría todo lo posible para que viniera a mis clases”. Y así consiguió que el niño no dejara sus clases. Hoy asiste regularmente al cole y a las clases de deporte.
Dicen que en la vida hay que ser agradecidos y valorar las cosas buenas que nos pasan dándole más peso que a las malas, que también las hay. Sheeta lo tiene clarísimo: “Yo también fui una niña a quien hace muchos años une oenegé le dió la oportunidad de salir de la pobreza. Mírame ahora. Ojalá a mis alumnos este proyecto les de una oportunidad en la vida, como a mí me pasó. Eso me haría realmente feliz”.
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