La pandemia del covid-19 llegó de repente y puso nuestro mundo patas arriba a todos los niveles, provocando una crisis de dimensiones históricas de la que aún no podemos ni calcular el alcance de la tragedia. Muchas familias se van quedando sin ingresos y cada día les cuesta más poder pagar los alimentos para sus hijos. A esto se le suma que los comedores escolares están cerrados, y muchos niños no tienen acceso a su única comida completa y sana al día. Por eso, desde Educo, quisimos dar una respuesta rápida y pusimos en marcha el programa de
Becas comedor en casa, para llevar hasta los hogares que más lo necesitan una comida completa, saludable y equilibrada al día, incluso en estos tiempos de confinamiento.
Y para llevarlo a cabo nos coordinamos con todas las entidades sociales que desde hace años están al pie del cañón y con las que trabajamos en el Programa de Acción Social de Educo (PAS) que creamos en 2008, tras la primera crisis de gran calado que vivimos en España.
José Angel Ponce, es sociólogo y subdirector de la Fundación Márgenes y Vínculos, y una de las personas que gestiona este programa de Becas Comedor en casa.
¿Cómo llegan las personas hasta vuestra entidad?
El programa Becas comedor en casa lo estamos llevando a cabo en las ciudades de Cádiz y Algeciras en las que realizamos actividades desde hace muchos años. Hemos utilizado nuestra infraestructura para poder atender a las familias utilizando estrictas medidas de seguridad sanitaria. Parte de las familias son conocidas porque antes del confinamiento las atendíamos desde nuestros programas de calle en cuestiones desde los equipos de familia de los servicios sociales del municipio o del Servicio de Atención a Víctimas de Andalucía. Conforme han pasado los días también familias en una situación muy crítica se han acercado a nuestros puntos de atención, sobre todo en Algeciras, y hemos tenido que ver cómo incorporarlas al programa.
¿Y el proceso desde que llegan a vosotros hasta que les dais respuesta a sus necesidades?
Partimos de un protocolo básico y sencillo para dar respuesta con celeridad a la situación de emergencia alimentaria en las que se encuentran familias con hijos e hijas menores a cargo. Este protocolo luego lo hemos ido adaptado individualmente, según las peculiaridades y circunstancias de cada familia. Todas coinciden en su situación de vulnerabilidad, pero sus historias son diferentes por lo que, en ocasiones, es necesario activar paralelamente otras ayudas o servicios. Estamos atendiendo desde familias numerosas con siete hijos hasta familias formadas por la madre y sus hijos en la que ha existido violencia de género.
Esto ha supuesto que no sólo se ha tenido que valorar la situación de emergencia, sino que también se ha tenido que hacer una escucha activa y movilizar a otros dispositivos para garantizar una intervención más integral. Hemos intentado que el tiempo de valoración sea el mínimo posible para que la respuesta efectiva fuese lo antes posible. El hecho de que gran parte fuesen familias conocidas ha ayudado mucho, aunque telefónicamente hemos realizado las entrevistas oportunas. Incluso éstas se han realizado en sábado y domingo para poder citar a las familias desde un lunes. Cada semana un miembro de la familia recoge un bono que le posibilitaba hacer una compra amplia y de alimentos saludables, así como de productos de higiene en los establecimientos concertados.
¿Os coordináis con las entidades de la zona y con las administraciones locales para dar respuesta a esta crisis?
Mantenemos una estrecha relación con el resto de entidades sociales locales que están en las ciudades donde tenemos presencia y lo mismo ocurre con las administraciones locales con las que intentamos mantener unas relaciones fluidas y establecer nexos de colaboración. Nadie tiene la varita mágica y, por tanto, hay que buscar en cada momento la opción más plausible. Por ello, nuestros equipos lo mismo están manteniendo reuniones de trabajo con técnicos de las distintas áreas municipales que con un grupo de voluntarios de barrio.
Esto es una carrera de fondo. La crisis sanitaria pasará, pero el impacto social va a ser duradero y de alguna forma el movimiento lleva al movimiento. Con esto quiero decir que tenemos que ser persistentes porque la estabilidad de muchas familias no tiene un horizonte cercano. El covib-19 ha hecho que muchas familias que estaban arriba ahora estén abajo. Cada uno de nosotros y nosotras es un recurso potencial. El disponer de las Becas comedor en casa nos ha permitido alumbrar otras iniciativas como los Bonos butano porque la energía es esencial para cocinar.
¿Os imaginabais una crisis de esta envergadura?
No, lo que ha ocurrido entra dentro de lo impensable en muchos aspectos, sobre todo, porque teníamos la impresión de que somos invulnerables, que el hombre ha dominado la naturaleza y que todos los adelantos y la tecnología nos hacen de alguna forma inmortales. Después está esa parte de nuestro cerebro egoísta que nos lleva a pensar que las epidemias y las enfermedades raras ocurren en otras partes del mundo, en la menos rica, que son cosas lejanas que nos conmueven pero que les ocurren a otros. Esto tiene también un trasfondo ideológico en la medida en que se culpa a quien es pobre de su pobreza y nos alejamos de las circunstancias por temor a que nos manche. Nos cuesta asumir que nuestra supervivencia como especie es colectiva.
¿Todas las entidades del PAS ponéis en común los aciertos y errores de cada uno de vosotros? ¿Qué aprendizajes compartís?
El covid-19 ha puesto sobre la mesa que compartir en tiempo real los aprendizajes, las estrategias de control epidemiológico, protocolos sanitarios y los cócteles farmacológicos más efectivos es esencial en esta carrera contra reloj para salvar vidas. De alguna forma el PAS es algo parecido, en un foro de intercambio abierto entre organizaciones de muchos puntos, cada una de estas organizaciones es una pequeña fuente de investigación y de diseño de respuestas concretas ante problemas concretos. Sin duda, el PAS es una experiencia colaborativa con un potencial enorme, es como si muchos telescopios estuvieran orientados a observar desde distintos ángulos el universo de lo social y de la infancia. En consecuencia, el potencial de aprendizaje, nuevas ideas y réplica de lo que funciona es enorme.
¿Cómo os ha afectado y afectará, en concreto a vuestra asociación, la crisis del coronavirus?
La situación es muy incierta. Todavía tenemos el recuerdo de la crisis de 2008 y sus secuelas. La crisis de 2008 vino para quedarse y supuso un cambio a peor en aspectos tales como la precariedad laboral. La situación actual no es más halagüeña que la de 2008. Esperemos que la crisis anterior sirva de ejemplo de qué no hay que hacer para salir de la situación social y económica que nos deja el covid-19. Hay que salvaguardar a las familias, el domicilio donde viven, potenciar su renta para que tengan capacidad económica y salir a adelante. La economía financiera y especulativa tiene que cambiar de paradigmas.
Cómo afectará a nuestra entidad la situación a medio y largo plazo todavía no lo sabemos, pero evidentemente supondrá una reducción de nuestros proyectos, muchos de ellos dirigidos a personas muy vulnerables. Tememos que la salida del covid-19 deje por el camino a parte del tejido asociativo pequeño y mediano con lo que eso conlleva. La pérdida de tejido asociativo es lo mismo que ocurre con la perdida de pequeños autónomos y empresas en favor de las grandes corporaciones. Al final somos todos más vulnerables y perdemos capacidad de respuesta. Ésta es una amenaza mayor que el covid-19 porque deja fuera del sistema a muchas más personas, condenándolas a ellas y sus hijos.
¿Qué os dicen las familias que atendéis? ¿Cómo viven esta situación?
Cada familia es un ejemplo de integridad ante situaciones más adversas en las que se encuentra. Lo que es evidente que el covíd-19 nos ha mostrado con desnudez la situación tan frágil en la que viven muchas familias y ése es el gran drama que no queremos ver.
Recuerdo las palabras de una señora que decía que los bonos que está recibiendo le están salvando la situación porque ella trabajaba en una casa, en el servicio doméstico, pero cuando empezó el estado de alarma se quedó en la calle sin nada, porque trabajaba sin contrato. Como otra señora con cuatro hijos, que nos contaba que antes se ganaban la vida vendiendo en el mercadillo, pero desde que salió esto del coronavirus se han visto con una mano delante y otra detrás porque no cobran nada ni pueden trabajar.
Me conmovió las palabras de una señora que vino a darnos las gracias porque con la Beca comedor en casa ha podido dar de comer a su hijo alimentos que en casa no se podían permitir. Sus palabras son muestra del amor que siente por su hijo y también del dolor de no poderle dar lo más básico para que crezca sano. Pienso que como sociedad no nos podemos permitir estas cosas, reflexionemos y encaucemos nuestras prioridades.
¿Crees que esta crisis ha traído consigo alguna cosa buena o algún aspecto positivo?
Son evidentes las muestras de solidaridad y el gran número de acciones locales. Vemos cómo grupos de mujeres en pequeños pueblos, con sus máquinas de coser, han permitido que contemos con mascarillas cuando el mercado estaba totalmente desabastecido. También chicos con sus impresoras de 3D han fabricado protectores faciales. Hay muestras infinitas de cómo hemos abierto nuestras casas al resto del mundo en muestra de un interés común. El hecho de que estemos confinados no significa que estemos inactivos o tengamos una actitud pasiva.
Se habla mucho del teletrabajo pero poco de esa solidaridad y los ejemplos de ayuda mutua que se han irradiado desde las cuatro paredes de muchas casas. El covid-19 ha puesto en evidencia muchas fallas de nuestro sistema de protección social cada vez más debilitado. Un ejemplo es la atención de las personas mayores o la brecha digital de las familias más vulnerables, pero también está poniendo de manifiesto cómo queremos que sea nuestra sociedad. Me conmueve cómo familias han apadrinado a otras y día a día se hacen cargo de sus necesidades más vitales.
Si quieres contarnos algo que no te hayamos preguntado, adelante.
Daros las gracias por la iniciativa Becas comedor en casa. Es un gran acierto, es un ejemplo de cómo en pocos días, donde no ha habido ni sábados ni domingos, se han movilizado muchos recursos humanos y materiales para dar respuesta a muchas familias. Desde el tejido asociativo seguiremos esforzándonos en un bien colectivo para que la vida sea más fácil para cada uno de nosotros, evidentemente los derroteros del mundo son inciertos y políticos y grandes capitales deben tomar nota.
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