“Antes de participar en el proyecto sentía frustración y tristeza por no poder llevar a cabo nuevas iniciativas en la comunidad. Me daba miedo hablar en grupo y dar mi opinión por si se burlaban de mí”, nos cuenta Amanda, que participa junto a otras mujeres en el proyecto de
fortalecimiento de mujeres maya man en el municipio de Santa Bárbara Huehuetenango, en Guatemala.
El suyo es el país más poblado de Centroamérica, con una riqueza cultural y natural impresionante. Una de las características más significativas de la
población guatemalteca es su diversidad étnica, formada por 22 grupos étnicos oficialmente reconocidos, entre los que destacan los mayas y, entre ellos, los maya mam, que residen principalmente en la región montañosa del departamento de Huehuetenango. Su cultura y tradiciones tienen profundas raíces ancestrales y han persistido a través de generaciones a pesar de los desafíos a los que se han enfrentado y siguen enfrentado día a día.
El departamento de Santa Bárbara Huehuetenango es el territorio del país con mayores niveles de pobreza.
Aquí, las desigualdades entre hombres y mujeres se acentúan. Ellas ven disminuido su acceso a la educación y a los servicios de salud, su empoderamiento y su participación en el mercado laboral. Su voz y su poder en la toma de decisiones han sido también subestimados históricamente. Al no tener acceso a educación formal, se limitan a realizar tareas domésticas y trabajo agrícola, lo que perpetúa su dependencia económica y restringe su capacidad para mejorar sus condiciones de vida. Además, la violencia machista es una realidad preocupante en la vida diaria de muchas mujeres.
En este contexto, y con el objetivo de prevenir la violencia y promover la generación de ingresos de las mujeres maya mam, trabajamos en el municipio de Santa Bárbara
con la ONG local Tierra Nueva y el apoyo de la Xunta de Galicia. Y lo hacemos acompañándolas para que participen en los espacios comunitarios, mejoren su autoestima, fortalezcan sus conocimientos y prácticas en la producción de alimentos sanos y nutritivos a través de sus huertos familiares y la crianza de cerdos y tengan acceso a los mercados de la zona para poder vender sus productos.
Mujeres maya mam: nutriendo raíces, transformando vidas
Amanda se muestra muy feliz y contenta: “Tengo un hijo que está estudiando en la universidad y muy pronto culminará su carrera profesional de profesorado de enseñanza media. Uno puede cumplir sus sueños, mi hijo de pequeño no tuvo la oportunidad de estudiar, pero conforme fue avanzando su edad terminó sus estudios de diversificado y luego ingresó a la universidad.
No ha sido fácil, pero hemos podido mejorar nuestra economía familiar. Además, he podido seguir mis estudios de educación básica y para mí es un reto poder acabarlos”.
“Nuestras manos de mujeres producen y dan valor agregado a la economía de la familia y de la comunidad, pero no lo reconocían. Ahora
aprendimos a valorarnos, hemos perdido el miedo a hablar y tenemos más autoestima”, concluye Amanda, convencida de que lo aprendido va más allá de la formación.
Esta es la segunda fase del proyecto que en el período de 2019 a 2021 llegó, también con la ONG Tierra Nueva y el apoyo de la Xunta de Galicia, a un total 530 personas: 131 mujeres, 106 hombres, 170 niñas y 123 niños pertenecientes a 106 familias, así como indirectamente a una población de 2.500 personas de las comunidades de La Vega y Cerro Gavilán, en Santa Bárbara.
Tras esa primera fase, que demostró que el empoderamiento de las mujeres, además de ser un aspecto clave para garantizar sus derechos,
impulsa el crecimiento de economías más sólidas, equitativas e incluyentes, contribuimos a mejorar la vida de más mujeres y, a través de ellas, de sus hijos e hijas. Con la segunda fase llegamos a 455 personas: 120 mujeres, 40 hombres, 170 niñas y 125 niños.
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