El aumento de las temperaturas en el sudeste asiático ha apartado a millones de niños y niñas de las aulas. En Bangladesh, las escuelas y las universidades están cerradas, lo que significa que 33 millones de niños y niñas no han ido a la escuela esta semana.
En Filipinas, 3,6 millones de niños y niñas han visto cómo sus escuelas optan por un sistema que se llama aprendizaje alternativo, que se adapta a la situación según las circunstancias del lugar. En algunos casos, se ha cambiado el horario y se han reducido las horas de clase de 8 a 2 o 4, en otras, estudian en línea. Recientemente, los termómetros alcanzaron los 53 grados centígrados, un calor extremo que puede poner en peligro la salud, causando agotamiento, mareos o pérdida del conocimiento.
Ellick y Margarette, ambos de 13 años, ven con preocupación la calidad de la educación que están recibiendo con este cambio: "Es muy duro. Tenemos la sensación de correr rápidamente de una lección a otra. Además, cada asignatura se reduce a una sesión de 45 minutos o menos. Se acercan los exámenes finales y aún no hemos cubierto ni la mitad", dice Margarette.
En India, 70.000 escuelas han cerrado sus puertas. “Se trata de un cierre temporal pero lo cierto es que cada vez es más difícil garantizar un calendario ininterrumpido debido a las olas de calor que afectan a diversos aspectos de la vida y la economía, la salud, la agricultura, la disponibilidad de agua y la productividad laboral”, asegura Guruprasad Rao, el director de nuestra ONG en India.
El caluroso clima habitual de la región en esta época sumado al fenómeno de El Niño ha propiciado que las escuelas pongan el candado, pero la situación es preocupante igualmente cuando abren sus puertas. La escasez de agua durante el verano agrava la deshidratación y los problemas de salud entre los estudiantes, especialmente entre las estudiantes que menstrúan. Asimismo, hay un fuerte impacto en la calidad del aprendizaje, y las tasas de absentismo y abandono escolar aumentan.
Las infraestructuras deficientes también son un problema: “Muchas aulas carecen de buenos equipamientos. Las clases congestionadas y sin ventilación crean incomodidad en alumnado y profesorado. Son pocas las escuelas que disponen de aire acondicionado”, comenta Rao. Pero, además, si lo tuvieran, no hay que olvidar los problemas con el suministro eléctrico, especialmente grave en las zonas urbanas.
A estas problemáticas derivadas de las altas temperaturas hay que sumar que el cambio climático se ceba especialmente con la infancia más vulnerable. “Nos preocupa las dificultades por conseguir la equidad. Los niños y niñas marginados socioeconómicamente que asisten a escuelas con infraestructura inadecuada son las más vulnerables a las olas de calor. La educación en línea no es una alternativa debido a la brecha digital y el aumento de las disparidades educativas”, dice Rao.
En Educo este tema nos preocupa y nos ocupa, por eso llevamos a cabo varios proyectos en los países en los que trabajamos con los que tratamos de frenar o mitigar este daño al planeta con pequeñas acciones en el día a día y sobre todo con mucha concienciación a los más pequeños para que cuiden y mimen el lugar que será su hogar durante muchos años, y también el de sus hijos.
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