Cada año, el 12 de junio, se celebra el Día Mundial contra el Trabajo Infantil. Es una una fecha clave para sensibilizar a las personas sobre la magnitud de este problema y los esfuerzos necesarios para eliminarlo. Según datos de UNICEF, alrededor de 160 millones de niños y niñas, menores de 15 años, en el mundo están involucrados en algún tipo de trabajo infantil. Esta cifra es alarmante y pone de manifiesto la urgencia de tomar medidas efectivas para proteger los derechos de los menores. En este artículo analizamos la importancia de las acciones que se deben realizar para que los menores continúen con su educación y puedan salir de la pobreza.
El trabajo infantil es una realidad para millones de niños y niñas en todo el mundo tal y como hemos visto. Es más prevalente en África, seguida de Asia y el Pacífico. En muchas regiones, los niños y niñas trabajan en condiciones peligrosas que ponen en riesgo su salud, seguridad y desarrollo físico y psicológico. Además, se observa una tendencia preocupante: el número de niños y niñas que trabajan ha aumentado en los últimos años, especialmente como consecuencia de la pandemia debida a la COVID-19.
El género también determina las posibilidades de acceso a la educación y el abandono de la escuela, ya que suelen ser las niñas las que son obligadas a dejar su formación para trabajar o casarse. Por ejemplo, en Latinoamérica el 90% de los menores que trabajan en tareas domésticas son niñas y en África solo el 59% de las niñas asiste a la escuela.
La educación es una de las herramientas más poderosas para prevenir y erradicar el trabajo infantil, y la pobreza es una de las principales causas del trabajo de los menores. Las familias en situación de pobreza extrema suelen depender del trabajo de sus hijos e hijas para sobrevivir y no permiten que sigan en la escuela, por lo que abandonan sus estudios para trabajar y aportar dinero a la familia.
Sin embargo, continuar con la formación es la clave para romper con el círculo vicioso de la pobreza.
La escolarización cumple varias funciones:
Proporciona a los niños y niñas un espacio seguro.
Les aporta conocimientos y habilidades esenciales para su futuro.
Les ayuda a relacionarse con otras personas y socializar.
Los beneficios de la educación de cara al futuro son múltiples:
1. Los menores que completan su educación y asisten a la universidad, tienen acceso a empleos mejor remunerados y condiciones laborales justas, lo que les permite mejorar su calidad de vida y la de sus familias.
2. La educación proporciona habilidades esenciales como la alfabetización, el cálculo y el pensamiento crítico. Estas competencias son fundamentales para el desarrollo personal y profesional de los niños y niñas, ya que les permiten enfrentar los desafíos de la vida adulta con mayor seguridad y autonomía.
3. Los menores que reciben una educación adecuada están más capacitados para tomar decisiones informadas sobre sus vidas y defender sus derechos. Esto es especialmente importante en el caso de las niñas, quienes a menudo se enfrentan a barreras adicionales para acceder o continuar con su educación. Programas como las Becas Ella de Educo han demostrado que es esencial empoderar a las niñas y proporcionarles las herramientas necesarias para alcanzar su potencial.
Fadilla dejó la escuela para trabajar con su madre limpiando casas y haciendo labores en el jardín. Después de cuatro años conoció los cursos de Educo y se convirtió en una alumna ejemplar con muy buenas calificaciones. Aprendió a leer y escribir y le encanta ayudar a otros compañeros: "Tuve que quedarme en casa cuatro años para valorar la escuela. Por eso no puedo permitir que vuelva a ocurrir. Hoy me he dado cuenta de que mi lugar no está en los jardines, sino en la escuela", insiste.
Las intervenciones educativas tienen un impacto significativo en la reducción del trabajo infantil. Los programas específicos no solo ayudan a los niños y niñas a permanecer en la escuela, sino que también proporcionan apoyo a las familias para que puedan mantener a sus hijos e hijas en el sistema educativo. A continuación, se detallan algunas de las iniciativas más efectivas:
Proveer a las familias de uniformes, libros y material escolar es esencial para que los niños y niñas puedan asistir a la escuela. Este tipo de apoyo reduce la carga económica sobre las familias y elimina uno de los obstáculos principales para la educación infantil: la necesidad de no tener un gasto adicional.
Es fundamental que las familias y comunidades comprendan la importancia de la educación a largo plazo. Las campañas de sensibilización y lo talleres que se desarrollan en las comunidades pueden ayudar a cambiar las percepciones sobre el trabajo infantil y promover el valor de la educación.
Es muy importante que los niños y niñas reciban el apoyo académico necesario en función de sus capacidades y habilidades para que no abandonen la escuela. Los programas de tutoría y mentoría pueden proporcionar la orientación y el refuerzo que los estudiantes necesitan para mejorar su rendimiento académico y fomentar que permanezcan en el sistema educativo hasta que finalicen su formación.
Por lo tanto, es evidente que la educación es una herramienta esencial para erradicar el trabajo infantil y romper el ciclo de la pobreza. A través de iniciativas educativas efectivas y el apoyo continuo a las familias y comunidades, podemos garantizar que todos los niños y niñas tengan la oportunidad de alcanzar su pleno potencial y disfrutar de un futuro mejor, además de garantizar sociedades más justas y equitativas.
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