Juan León Rodríguez fue padrino de Educo durante trece años, desde 1999 hasta 2012. Después de su fallecimiento, su mujer, Isabel Bohórquez Quirós, se hizo cargo del apadrinamiento durante un año más. Juan quiso
dejarnos parte de su patrimonio para que lo aplicáramos a favor de la infancia. Y así lo hizo. Muchos niños y niñas se están beneficiando de su legado. Pero la riqueza que nos deja va más allá del tiempo y del dinero, es el valor de su gesto solidario.
Nació el 5 de diciembre de 1922 en Ubrique, Cádiz. Los amigos y familiares de Juan, con quienes hablamos para conocerle un poco mejor, nos cuentan que su origen humilde, unido a una discapacidad que tenía en su mano derecha y la necesidad de buscarse un medio de vida, despertaron en él el
espíritu emprendedor que le acompañaría toda la vida.
El destino lo llevó de Ubrique a Ronda, una ciudad muy turística y populosa de la provincia de Málaga. "Sus inicios en Ronda fueron muy difíciles, con grandes necesidades y carencias económicas y afectivas", nos cuentan sus amigos, "allí inició lo que sería la dedicación de su vida, el comercio de artículos de regalo y porcelana". La puesta en marcha de la tienda, unida a sus características de
trabajador "incansable, maduro, equilibrado, constante y con un gran espíritu de sacrificio", dieron como fruto, al cabo de los años, un próspero negocio que le permitió crear su patrimonio.
Debido a su infinita curiosidad y a sus deseos de formarse, Juan siempre estuvo en proceso de aprendizaje. Con 87 años estaba aprendiendo informática y leía biografías de personajes que consideraba ejemplares y modélicas. Siempre le causaron admiración las personas con principios morales y éticos, comprometidas con los demás. "En justicia, podemos afirmar que hasta el final de sus días fue un joven octogenario", explican sus familiares y amigos.
Sus familiares siempre le apoyaron, especialmente su esposa, Isabel, y su hermano Miguel, sacerdote del que se sentía orgulloso por su compromiso con los más necesitados. "Juan adoraba también a su abuela, por el amor y la ternura que siempre le demostró, y su fotografía presidió el hogar de Juan hasta el último momento", nos cuentan.
Conociendo su personalidad,
los familiares y amigos de Juan atribuyen su colaboración con Educo a "los programas que la ONG lidera, la seriedad en su cumplimiento y la forma en que los llevan a cabo. El gesto de Juan simplemente demuestra quién era, lo que pensaba y lo que sentía".
Pero esta no fue la única forma de expresar su solidaridad, ni mucho menos. Juan fue benefactor a lo largo de su vida de muchísimas instituciones, todas de carácter benéfico. Una de ellas fue el asilo de ancianos Ntra. Sra. de los Remedios de Ubrique, al que mensualmente hacía su aportación y al que legó parte de su vivienda. En la designación de legatarios y en el nombramiento de sus herederos queda patente el espíritu que presidía su vida.
Uno de sus amigos de mayor confianza nos cuenta que "el motivo de su colaboración con Educo tuvo que ser su caridad y espíritu de solidaridad. Animo a hacer lo mismo a cualquier persona que desde su generosidad pretenda ser solidaria y caritativa, y ello no implica sólo lo económico". Con estas líneas queremos expresar, en nombre de Educo y de los niños y niñas con los que trabajamos, nuestro agradecimiento y admiración a Juan.
Gracias Juan, ¡tú eres el futuro!
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