La mayoría de las víctimas de trata en Bolivia son objeto de explotación sexual comercial y explotación laboral. Entre dos y tres desapariciones de personas diarias y un incremento del 200 por ciento de víctimas registradas en los últimos cinco años han convertido al país en lugar de origen, destino y tránsito de trata de personas, una de las peores formas de violencia –donde el 97% de las víctimas son mujeres–, que representa una vulneración total y aberrante de los derechos humanos.
Al sur de Bolivia, municipios como Sucre y Yotala, en el departamento de Chuquisaca, o San Lorenzo y Tarija, en el departamento de Tarija, comparten características sociales, políticas y económicas, así como patrones similares de vulneraciones de derechos de las mujeres e inequidad de género. Las mujeres y las niñas ven limitada su participación en casi todos los ámbitos de la sociedad a causa de la cultura machista y patriarcal imperante y los patrones culturales dominantes perpetúan estereotipos de género y la violencia basada en el género, la misoginia y la cosificación de la mujer.
Representan cerca del 63 por ciento de la población económicamente inactiva y generalmente acceden a empleos de baja remuneración, sufren deficientes condiciones laborales, menor acceso al empleo y acoso sexual en el trabajo. También reciben menos pensiones de jubilación y más discriminación en el mercado de trabajo, en parte por el rol de cuidadoras de los hijos que la sociedad les asigna casi de forma exclusiva.
Además, como en los demás países, sumado a este contexto la pandemia ha causado un aumento de la pobreza, lo que puede llevar a que muchas más personas caigan en redes de trata bajo la falsa promesa de trabajo, empleo y educación, un riesgo que corren especialmente las mujeres.
Ante esta situación pusimos en marcha, con la colaboración de la Agencia Catalana de Cooperación para el Desarrollo (ACCD) y de la mano de la organización socia boliviana Centro de Estudios y Apoyo al Desarrollo Local (CEADL) y la Fundación Salut Alta, en Badalona (España), un trabajo conjunto para la formación y la elaboración de contenidos y materiales para niños, niñas y adolescentes que les sirvan para protegerse y prevenir intentos de captación, abuso y explotación sexual a través de Internet. Al tratarse de un contexto de pandemia, también trabajamos la prevención de contagios de COVID19 u otras enfermedades.
Tras las formaciones, los jóvenes participantes de los cuatro municipios se han organizado para proteger a los niños y las niñas de sus comunidades y trabajar con las instancias municipales, incluidas las divisiones policiales contra la trata y el tráfico de personas, y proponer acciones coordinadas para la prevención y denuncia de las vulneraciones de derechos que generan estos delitos.
De forma paralela, 120 niños, niñas y adolescentes del barrio de Salut Alta, en Badalona, España, así como sus las familias y profesionales de la educación, han participado en talleres sobre los derechos de la infancia, especialmente el derecho a la protección y al buen trato. Todo ello con el objetivo de estimular su pensamiento crítico y su implicación en la elaboración de propuestas de mejora y transformación social de su entorno que se han concretado en la elaboración de una Guía de promoción del buen trato hacia la infancia.
Una de las actividades más entrañables del proyecto tuvo lugar el día en que un grupo de chicos y chicas de Badalona y otro de Bolivia pudieron compartir, mediante videoconferencia y cada uno desde su contexto, sus reflexiones sobre el buen trato y la violencia que afecta a la infancia de todo el planeta.
“No había escuchado mucho sobre que fuera tan peligrosa la trata de personas. Gracias a estas clases hemos aprendido más a cuidarnos y que hay personas peligrosas. Por ejemplo, no tenemos que poner en nuestros estados en redes sociales que estamos solos o fotos en Instagram si están en alguna fiesta.
También hay riesgos en videojuegos y o aplicaciones de amigos que te dicen que tienen tu edad, pero son mayores, y nos engañan con fotos de perfiles falsas. No hay que hacer amigos a distancia y no hay que aceptar a personas que no conoces en la vida real. Los papás tienen que verificar lo que hacen sus hijos, saber adónde van o con quién hablan.
Si fuera una autoridad de mi municipio haría cosas como lo que ustedes están haciendo, obras para no contaminar el medio ambiente, reforzar la estructura de los colegios, hacer más actividades de teatro o títeres para niños y enseñar sobre la trata de personas o de otros peligros.
Quisiera ser veterinaria, porque he visto que hay muchas personas que no les dan alimento y cariño a los animalitos, hay que esterilizar a los perros para que no haya tantos en la calle. Yo he adoptado un perro de la calle que estaba abandonado.”
“Las actividades del proyecto fueron una experiencia muy bonita, con mucho aprendizaje. Nos enseñaron que no hay que hablar con extraños por Internet y hay que bloquear a contactos malos, porque puede haber secuestros o acoso sexual.
Yo uso juegos virtuales y sé que existen estos riesgos, pero entre los amigos no hablamos de ello. Habría que contarles y advertirles a los amigos para que no hablen con extraños ni agreguen a personas que no conocen.
Creo que los riesgos pueden ser mayores para las niñas. Hay hombres mayores que las podrían citar y ellas, pensando que son de su edad, podrían encontrarse con esas personas. A los niños también los engañan y les pueden ofrecer regalos como celulares o juguetes o algo tecnológico.
Las autoridades deberían investigar a fondo y arrestar a los culpables cuando estos extraños se comuniquen con las niñas o los niños. Y las familias tienen que estar juntas y no perder de vista a los hijos.
Cuando sea grande quisiera ser jugador de básquet o doctor.”
Bolivia , Derechos de la Infancia , Pobreza , Pobreza infantil , protección , trata , Violencia , Violencia contra la mujer
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