¿Habéis oído hablar de los “Padres helicóptero”? El término se refiere a esa categoría de progenitores que vigilan y monitorizan a sus cachorros con tanto empeño que acaban afectando su capacidad de aprendizaje, desarrollo de habilidades y que puede incluso llegar a afectar
su sistema inmunológico más adelante.
A nadie le hace gracia que sus hijos se vayan dando trompazos, pero eso no significa que deban vivir en entornos asépticos o tan seguros que hagan la experimentación imposible.
La adversidad es parte de la vida y existe precisamente para poder incorporar recursos que serán útiles a lo largo de la existencia. La realidad es que hay un número creciente de
veinteañeros que se sienten deprimidos sin saber porqué. En general tuvieron infancias muy felices, sus padres fueron sus mejores amigos, y no recuerdan problemas especiales excepto pequeñas frustraciones sin importancia. Sin embargo, no son felices.
Sirva este preámbulo como calentamiento para abordar una lista
de los errores más habituales que los padres de países desarrollados tendemos a cometer en la educación de nuestros hijos.
Prepara a tus hijos para el camino, no el camino para tus hijos. Como proveedores de amor y seguridad es muy fácil dejarse llevar por un instinto de protección que busca más la tranquilidad de los padres que el desarrollo de habilidades de los hijos. No caigas en este error y recuerda siempre que la capacidad de solución de problemas y el pensamiento crítico van a darle a tus hijos mucha más seguridad que cualquier torre de marfil que construyas a su alrededor.
La adoración no es buena: de nuevo tendemos a veces a confundir amor maduro con admiración incondicional y ausencia de crítica constructiva en su educación. Los niños necesitan cariño y motivación, pero esto no significa crear una ficción que probablemente se pagará con la moneda de la frustración en los años posteriores.
Ni tus hijos son perfectos, ni tú tampoco: Acostúmbrales desde pequeños a la idea de que ni ellos ni tú sois infalibles, esta actitud realista te puede ahorrar bastantes momentos de frustración compartida en su adolescencia.
T
ampoco eres su mejor amigo. Tus hijos no son tus confidentes ni pueden hacer el papel de amigos, el plano no es de igualdad sino de justicia, amor y respeto. Si creas la sensación de que vuestra relación funciona como colegas no pretendas que más adelante cuando sea más necesario tu autoridad tenga valor. Respeto es la palabra clave, lo que no quiere decir distancia o desafecto sino la habilidad de cultivar una relación con tus hijos en la que en las diferentes etapas de su crecimiento se beneficien de un modelo paternal que les ayude a crecer.
No renuncies a tu vida : El predecible
síndrome del nido vacío que aterriza cuando los hijos abandonan el hogar, puede convertirse en un problema si no habéis mantenido vuestras aficiones, intereses
y amistades al margen de vuestra responsabilidad como padres. No olvidéis que el destino de vuestros hijos es volar y quizá formar otros nidos, y que en muchas ocasiones los padres nos excusamos en la responsabilidad de la educación para dejar de lado nuestras propias vidas.
Sois un equipo: quizá tienes la habilidad
de saber enfocar los puntos anteriores con sabiduría y madurez, en este caso no te relajes porque
hay un riesgo de error
siempre al acecho. Consiste en tomar las riendas dejando que el otro progenitor
se relaje o incluso creando complicidad con tus hijos frente a su menor implicación. Si sabes hacer las cosas bien, lucha siempre por crear equipo y recuerda que el ejemplo de unos padres que reman en la misma dirección es una lección inmejorable para su futuro.
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