Mucho de lo que somos en la edad adulta tiene que ver con cómo nos desarrollamos durante la primera infancia.
Los primeros seis años de vida son cruciales, en especial, los primeros 3 años de existencia. La importancia radica en el cerebro y su velocidad de crecimiento. Las conexiones se forman con una celeridad que nunca más volverá a repetirse; es entonces cuando el
desarrollo cognitivo, emocional y social del niño y la niña se ven más afectados.
La atención, la protección y el cuidado que se dé a la niña o niño en esta etapa influirá directamente en su capacidad para aprender, relacionarse en sociedad y resolver problemas. Y, estas tres capacidades influirán de manera determinante en que dicha persona pueda “ganarse la vida” o alcanzar la felicidad.
Según el Informe
La primera infancia importa para cada niño, de Unicef (2017), en un estudio realizado durante 20 años se observó que los niños y niñas de familias pobres que recibieron estímulos de calidad a una edad temprana acabaron ganando un 25% más, como adultos, que aquellos que no se beneficiaron de dichos estímulos. Lamentablemente, son muchos los menores que no han recibido el cariño y los estímulos necesarios para una futura vida plena.
“La violencia, el maltrato, el abandono y las experiencias traumáticas generan altos niveles de cortisol, una hormona que produce estrés tóxico, el cual limita la conectividad neuronal en los cerebros en desarrollo”, afirmaba el informe. Actualmente, se estima que 426 millones de niñas y niños viven en zonas de conflictos. Se trata de la quinta parte del número total de todos ellos y ellas en el mundo.
No cuidar y nutrir los primeros 1.000 días de la vida de cada niña o niño no solo repercute en la persona que ese particular sea el día de mañana, sino que trasciende lo individual para incidir en lo colectivo.
Desaprovechar oportunidades para la estimulación temprana, la protección y la nutrición adecuada, perpetúa las desventajas y desigualdades de las sociedades. Se trata del futuro de todos, de los profesionales del mañana, por lo que a largo plazo socavamos nuestra propia estabilidad. Se trata, en definitiva, de la economía del futuro.
Nutrición, protección y estimulación
Ningún cerebro humano nace tal y como es, sino que su potencial viene determinado por cómo se desarrolla. En realidad, el crecimiento y el desarrollo cerebral es el resultado de la sinergia entre el
código genético y las experiencias de interacción con el ambiente.
La interacción de conexiones neuronales en los primeros 1.000 días de vida se forma a partir de las experiencias y el entorno.
Una buena nutrición, la protección adecuada, y una dedicada y correcta estimulación, a través de la comunicación, el juego y la atención receptiva de los cuidadores, sentarán las bases del futuro, haciendo al niño y niña más o menos capaz de desenvolverse en la vida.
Tenemos que lamentar que millones de niños y niñas en el mundo no cuenten con este combo adecuado para cimentar su futuro: que no tengan servicios sanitarios adecuados, que no reciban nutrientes suficientes; y que estén expuestos a violencia, estrés agudo y contaminación; y además, que estén privados de estimulación positiva por parte de una
persona adulta que les cuide, les guíe y los acompañe. Aunque es importante que todos los niños y niñas del mundo tengan un
buen desarrollo en la primera infancia, en el caso de aquellos más desfavorecidos, que sufren vulnerabilidad, la adquisición de habilidades necesarias en un entorno afectuoso y adecuado les proporcionará, además, una vía para salir de la adversidad y encontrar una vida mejor.
Relación niñez-adultos
Las personas nacemos desprotegidas y necesitadas. Alguien ha de hacerse cargo del recién nacido para que este pueda salir adelante. Determinadas circunstancias que a priori parecieran resultar banales: una sonrisa afectuosa, un cariñoso abrazo, juegos de balbuceos, caricias, son un mundo entero para un bebé.
Stuart Shanker, profesor de Psicología y Filosofía y director del Milton and Ethel Harris Research Initiative de la Universidad de York, en Canadá, insistía en esta tesis, y explicaba el rol del educador en la primera infancia:
“el adulto cuidador sirve de “cerebro externo”, motivando y apoyando al bebé”. Shanker afirmaba que las experiencias, desde esta relación directa niño-adulto, son vitales para la integración sensorial, la coordinación sensoriomotora, el desarrollo emocional, los procesos de atención y también los de autorregulación.
Con el ánimo de favorecer esas relaciones, hace escasos meses en Educo lanzamos el proyecto
Apadrinamiento Primera Infancia. De momento, se está llevando a cabo con antiguos padrinos cuyo apadrinado ya ha empezado secundaria o ha migrado de comunidad. Ahora, tienen la oportunidad de apoyar a familias con bebés recién nacidos o de muy corta edad, porque
hemos aumentado nuestro rango de ayuda (0-3 años), para tratar de incidir en la raíz. Gracias a nuestros padrinos Educo, facilitaremos que
muchos bebés puedan desarrollarse de manera integral, potenciando sus capacidades y competencias en el aspecto cognitivo, psicomotor, socio-afectivo y de lenguaje. Hacemos hincapié en una etapa vital que forma y deja poso en la persona que serán mañana.
La importancia de la buena nutrición en los bebés
Desde hace varios años, en Educo trabajamos activamente con madres de la región de Ouahigouya, en Burkina Faso, para tratar de ayudar a sus hijos e hijas en situación de desnutrición aguda. No son pocas las madres que acuden a nuestro
Centro de Recuperación y Educación Nutricional (CREN), cargando a su bebé enfermo, con problemas diarreicos, respiratorios o paludismo. Y como consecuencia, también terriblemente desnutrido.
La buena alimentación, y la ingesta de los nutrientes necesarios redunda inexorablemente en las capacidades de los niños y niñas en los que estos bebés se convertirán en un futuro.
Un cerebro alimentado es un cerebro capaz.
Durante 30 días, el CREN da cobijo a madre e hijo o hija, aprovechando cada minuto del día para hacer seguimiento de su evolución, adaptar la medicación y favorecer una buena alimentación que lo recupere. Los progresos suelen ser evidentes y la familia no solo se recupera físicamente, también anímicamente, recobrando la sonrisa.
Educar desde la raíz, incidir en los inicios, es vital para el buen desarrollo de cada persona del mundo (ya vemos la importancia tan grande de los primeros años). Por eso, en Educo hemos querido sumarnos a la
campaña #PrioridadPrimeraInfancia (de la Alianza por la Primera Infancia y liderada por la Plataforma de Infancia, Eurochild y otras organizaciones) para pedir que todos los niños y niñas tengan acceso al sistema educativo y a atención temprana gratuita (que las familias reciban una prestación para la crianza. Puedes conocer la campaña Prioridad Primera infancia
aquí.
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