El día 9 de julio se celebra el Día Internacional de la destrucción de armas de fuego y es el momento oportuno de recordar los devastadores efectos que tienen la guerra y los conflictos en los niños y niñas de todo el mundo. Algo tan cotidiano como ir a la escuela, beber agua del grifo, pasear o jugar en la calle sin peligro y otras muchas actividades, son imposibles para niños y niñas de muchos lugares.
Ante un conflicto armado los más jóvenes son los más perjudicados. Para ellos es muy difícil entender lo que ocurre y defenderse ante posibles peligros.
Las consecuencias de la guerra en los niños y niñas son muy graves. Algunas de las más frecuentes son las siguientes:
- Fallecimiento. Según datos de Naciones Unidas más de 10.000 niños fueron asesinados o mutilados en los escenarios de conflicto en 2019. Los países con más muertes de niños son Afganistán, Siria y Yemen. Un dato a destacar es que el 25% de las muertes de menores se debieron a explosivos remanentes de guerra, explosivos improvisados y minas.
- Violencia sexual. Naciones Unidas verificó 735 denuncias de violencia sexual, pero se piensa que existen muchos más casos que no se denuncian y que suponen la impunidad de quienes los comente. Los países con más casos son República Democrática del Congo, Somalia y República Centroafricana.
- Reclutamiento de niños soldado. En los países en guerra muchos niños son obligados a combatir como soldados. La solución a este problema pasa por la aprobación de leyes que protejan la infancia, que se imparta justicia sobre los que ejercen este tipo de reclutamiento y que se libere a los menores que son objeto del mismo para integrarlos en la sociedad.
- Traumas. Muchos niños y niñas pierden a su familia durante los conflictos y sufren toda clase de horrores debidos a la guerra. Esto produce traumas emocionales que son muy difíciles de superar y que les acompañarán durante toda su vida.
- Falta de acceso a la educación y sanidad. En los conflictos armados numerosas infraestructuras y edificios se ven dañados por la violencia o las bombas. Es el caso de las escuelas, hospitales, edificios de viviendas etc. Esto supone que los niños dejen de tener acceso a la educación y a la sanidad.
- Hambre. Las guerras también ocasionan la destrucción de cosechas por lo que los niños pueden sufrir desnutrición aguda grave y correr el peligro de tener secuelas durante toda su vida o de morir. La falta de agua potable también puede ocasionar enfermedades como el cólera o la diarrea.
- Desplazamientos. Los conflictos armados suponen que millones de personas se desplacen hacia otras zonas dentro de su país que sean más seguras o a otros países. Esos desplazamientos son peligrosos debido a las mafias y a los numerosos peligros que pueden aparecer en el camino. Según datos de Naciones Unidas el número de niños y niñas desplazados no deja de crecer. En 2019 el número de niños desplazados internos por violencia, conflictos y desastres naturales aumentó a 19 millones de menores. La pandemia provocada por la COVID-19 no ha hecho más que agravar la situación de todos estos menores.
Los conflictos armados tienen consecuencias catastróficas para las personas y, sobre todo, para los niños y niñas. Un conflicto en sí mismo no tiene por qué ser negativo, cuando contribuye a que se dé un cambio social. El problema surge cuando para solucionar un conflicto, en lugar de recurrirse a la mediación, se recurre a la violencia. Por lo tanto, es fundamental buscar las causas de cada conflicto para evitar que surja la violencia y conseguir que se mantenga la paz.
Uno de los elementos fundamentales para que el valor de la paz perdure es la educación en valores. Un niño o niña que desde pequeño aprende valores como el respeto, la tolerancia, la solidaridad o la paz, será un adulto que sepa evitar la violencia y busque formas pacíficas de resolver conflictos.
Para que los niños y niñas aprendan en qué consiste la paz, puedes explicarles con juegos, lecturas y dinámicas de grupo la importancia de ayudar a otras personas, que no hay que hacer daño a nadie, que es importante tratar bien a todo el mundo, que se deben aceptar las personas que son diferentes o que no hay que bromear o insultar a alguien que es diferente.
Algunos de los elementos fundamentales para que los niños y niñas aprendan la necesidad de resolver pacíficamente los conflictos son los siguientes:
- Los padres y madres deben dar ejemplo. Ante un conflicto es fundamental que los progenitores actúen con calma, sin gritos ni violencia, utilizando el razonamiento, la empatía o la asertividad.
- Otro elemento fundamental son las muestras de amor y de cariño hacia los hijos e hijas. Ese amor fomentará relaciones positivas en el futuro para tus hijos e hijas.
- Además, es muy importante controlar las conductas egoístas que puedan surgir en los más pequeños de la casa, para que aprendan a evitarlas y a ser generosos.
Los niños y niñas que sufren las consecuencias de los conflictos armados no son solo cifras, son personas con un nombre, un rostro y una historia difícil a sus espaldas.
Es el caso de Fátima, de Burkina Faso, que en 2017 se tuvo que trasladar con sus cuatro hijos a Mali para huir de la violencia de su país. Cuando llegaron fueron atendidos por el Centro de Recuperación Nutricional de Educo, debido al mal estado de salud del niño de dos años.
Otro caso es el de Mesa, una niña de 12 años que tuvo que huir con su familia de Tombuctú hacia Ségou, como consecuencia del conflicto armado de Mali.
Se trata de solo dos casos de los miles que hay a lo largo del mundo, sobre todo en África.
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