La pubertad o comienzo de la adolescencia es un periodo que dura varios años e implica una serie de cambios psicológicos y crecimiento físico que culminan en la madurez sexual.
Probablemente se trata del periodo de transformaciones más radicales en el ciclo de vida del ser humano. En
el sexo femenino suele dar comienzo sobre los 11 años, un año más tarde de media en el caso de los varones.
Sirva este comienzo académico para llamar la
atención sobre la conveniencia de entender qué está pasando realmente en el cuerpo y mente de nuestros cachorros adolescentes, de manera que
aprendamos a lidiar con esta nueva etapa que promete varios años de emociones garantizadas. Imaginad como adultos que de repente vuestra estatura, peso, masa muscular, voz y vuestros sistemas respiratorio y circulatorio empezaran a funcionar por libre y de forma totalmente ajena a vuestro control.
De hecho, este control, o más bien descontrol, le corresponde a unas enigmáticas sustancias a las que llamamos hormonas y que hasta ese momento no habían tenido excesivo protagonismo.
Seguid imaginando que
no solo están dando el cambiazo
a vuestro cuerpo de siempre
sin pedir permiso, sino que además os sentís como si os hubieran trasplantado un cerebro nuevo, de manera que empezáis a tener conductas, pensamientos y emociones que parecen de un desconocido y con las que no tenéis ni idea de cómo lidiar. No es de extrañar que resulte tan complicado para padres e hijos adolescentes relacionarse en estas circunstancias. La razón es muy sencilla: no es que el niño o la niña haya crecido,
es que se están transformando en otra persona que ni ellos mismos son capaces de reconocer. ¿Recuerdas haberte mirado en el espejo y no reconocer a quién tienes delante? Eso es más o menos lo que le está pasando al niño, está dejando de serlo y no lo sabe.
Haz memoria, recuerda tus propias contradicciones y padecimientos en esta época de la vida, perdónate tus pecados de adolescente y, sobre todo, prepárate para tener a mano esta medicina de humildad y paciencia durante los próximos años.
De forma general se acepta que la adolescencia tiene lugar a lo largo de tres etapas que pueden ser muy diferentes para cada uno de tus hijos en cuanto a edad de comienzo, duración y efectos. La adolescencia temprana o pubertad, que ya hemos comentado, suele tener lugar entre los 11 y los 14 años y viene seguida del periodo que todos identificamos como crítico entre los 15 y 17 años, aunque la realidad es que existe un periodo denominado adolescencia tardía
que puede llegar hasta los 21 años y que culmina con la entrada en la etapa adulta.
Hay cuatro áreas de cambio fundamentales que van ocurriendo de forma sucesiva y que deberás tener en cuenta para hacerte una idea de la transformación que está teniendo lugar delante o, más bien, bajo tus narices:
Física: Es el cambio más evidente en la apariencia del adolescente. Se debe principalmente a la acción de las hormonas femeninas o masculinas cuyo función es crear un ser adulto con capacidad reproductiva. Esta verdadera transformación tiene efectos directos en otras tres áreas que no son tan evidentes a la vista, pero igualmente importantes.
Intelectual: Al principio el mundo alrededor se percibe en términos bastante dualistas, las cosas son buenas o malas y se vive el presente, lo que produce una carencia clara para predecir las consecuencias a largo plazo de sus actos. Esta actitud mental se irá transformando
en los siguientes años
en actitudes más sutiles y capacidades de resolución de problemas más sofisticadas, pero la falta de proyección al futuro seguirá siendo una constante durante un tiempo.
Emocional: El principal cambio lo vais a notar por la forma constante en la que vuestros hijos necesitan
reafirmar su independencia. Menos afectividad, más tiempo con sus amigos, actitud rebelde y ganas de llevar situaciones hasta el límite componen un cóctel afectivo al que se añade la aparente incoherencia de seguir necesitando el afecto de sus padres y la seguridad del hogar.
Social: El grupo es el vehículo en el
que tus hijos adolescentes viajan al mundo real. La necesidad de pertenencia es la clave y su capacidad de mimetización estética con las tribus urbanas de su elección os dejará sorprendidos. Literalmente es posible que te encuentres con un nuevo personaje en tu casa de un día para
otro. Ten paciencia porque es posible que ocurran varios cambios de aspecto revolucionarios en los próximos años. No se trata de un capricho, es una conducta necesaria para definirse como ser social independiente que más adelante matizará sus necesidades sociales.
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