El juego es una necesidad básica durante la infancia y casi podría decirse que también lo es para los adultos. Jugar es la mejor manera de aprender para muchos animales, en especial los mamíferos sociales como el ser humano. Jugando no solo se aprenden conceptos, se mueve el cuerpo y se aprende a interaccionar con otros. Jugando aprendemos a ganar y a perder, a colaborar y a competir y el juego también es la mejor herramienta para desarrollar la creatividad y la imaginación. Los niños han de jugar todo lo posible, sobre todo al aire libre y sí, también en invierno.
Piensa en los niños de los países nórdicos: si sus padres tuvieran miedo del frío jamás jugarían en la calle. Aquí llega el otoño y nos metemos en casa, los charcos nos dan pavor y la lluvia nos incomoda. Sin embargo jugar en el exterior evita que los niños se pongan nerviosos por exceso de energía, que se vuelvan sedentarios y se enganchen a los ordenadores y a las consolas y favorece la interacción social con otros niños que no nos caben en casa.
Durante el invierno, la lluvia, la nieve y el viento nos permiten experimentar nuevas sensaciones para nuestros sentidos. Pisar las hojas secas, saltar en los charcos o tirarse con un trineo son todo experiencias sensoriales que ayudarán a tu hijo a crecer.
El único requisito es abrigarse. Y con los tejidos modernos ya no hay excusa. Sí, es verdad, cuando tú eras pequeño aquellos gorros "verdugo" (que te tapaban la boca), los abrigos de 10 kilos que te impedían moverte y aquellas botas de agua de puro plástico que te cocían los pies en 10 minutos no eran lo más cómodo para salir a la calle. Pero los niños de ahora lo tienen mucho más fácil. Hasta monos para la lluvia puedes adquirir en cualquier tienda online especializada. Forros polares calentitos que no abultan nada, zapatillas impermeables que a la vez transpiran...la tecnología tiene que servir para algo.
Y si te animas, puedes jugar tú también. ¿Cuánto tiempo hace que no te metes en el barro? ¿Cuánto que no caminas sin prisa y sin paraguas bajo la lluvia?
Sin miedo a los catarros, que están provocados por los virus y no por el frío, salir a la calle en invierno sobre todo te va a liberar de idear un montón de actividades de interior que requieren mucho esfuerzo y material. Es más barato salir a jugar al rescate que hacer manualidades, libera más energía y permite seguir experimentando con la vida real. Y es que la vida real está ahí fuera.
Apaga la tele y sal con tus hijos. Todos lo agradeceréis.
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Honza Soukup,
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