El mes pasado os hablamos de que tal vez
es más saludable hacer el recreo antes de comer ya que aparentemente esto aumenta la cantidad de frutas y verduras y hace que los niños coman mejor. El tema de valorar cuál es el mejor horario escolar para los pequeños es un debate complicado.
La distribución del horario escolar, que en principio nos puede parecer una cuestión menor, resulta ser el resultado del trabajo de profesionales que, ajustándose a criterios sociales y pedagógicos, intentan maximizar así la efectividad del sistema. Por lo que parece ser, se trata de una cuestión principalmente cultural. Y según el informe Pisa no parece que lo estemos haciendo muy bien. Hora de entrada y salida, distribución de tiempos y asignaturas, reparto de los días lectivos...todo tiene su porqué, aunque a veces tenga que ver menos con los niños que con sus padres.
La reconsideración de los horarios escolares en nuestro país es un tema de actualidad en todas las poblaciones o escuelas en las que se intenta implantar la jornada intensiva, que, como todo, tiene sus pros y sus contras, pero también en el aumento de los días escolares, el acortamiento de las vacaciones y principalmente la escolarización cada vez más temprana, etc.
El horario escolar de los adolescentes
Las madres de adolescentes podrán asegurarte sin pestañear que los adolescentes tienen otro ritmo de vida. Comer y dormir parece ser una de sus principales ocupaciones. Es lógico en un cuerpo que tiene que crecer entre 10 y 20 centímetros en un solo año, poner a punto un montón de sistemas fisiológicos complicadísimos y que para colmo están relacionados con la reproducción y por si fuera poco han de remodelar de forma drástica todo el lóbulo prefrontal del cerebro. Si a los niños hay que dejarlos jugar tal vez la necesidad básica de los adolescentes sea que los dejemos crecer.
Eso parece opinar un número cada vez mayor de padres norteamericanos, que han emprendido una campaña para retrasar la hora de entrada a los institutos. Que sus adolescentes duerman un poco más es el objetivo de la campaña que, aparentemente apoyan la mitad de los padres de adolescentes estadounidenses y que está auspiciada por la Academia Americana de Pediatría.
Mejorar el rendimiento escolar no es el único beneficio de entrar más tarde a clase, según los pediatras. Y es que la calidad y la cantidad del sueño están relacionadas no sólo con el aprendizaje sino también con factores de salud, física y mental.
Según los pediatras retrasar la entrada al colegio puede reducir el riesgo de obesidad y depresión.
Aparentemente esto está relacionado con los ciclos de sueño de los adolescentes, que, según Matthew Davis, profesor de pediatría y medicina interna en la unidad de evaluación e investigación de salud infantil de la Universidad de Michigan Medical School, sufren una privación de sueño crónico que afecta a su salud y que se resolvería entrando más tarde a clase.
¿Horario escolar ajustado a las necesidades de los niños o a las de los padres?
En el fondo de todas las cuestiones es en realidad ésta la que se plantea. En los últimos años asistimos a unas jornadas escolares cada vez más largas, menos vacaciones, horarios cada vez más ampliados y gran variedad de extraescolares, además de la práctica institucionalización de la crianza, con los niños incorporándose a las guarderías a las 16 semanas. A veces uno piensa fríamente y se da cuenta de que los niños tienen jornadas más largas que las de sus padres. Y después por la tarde tienen deberes.
Repensar los horarios escolares puede parecer muy complicado, pero imaginar centros educativos adaptados a las necesidades de sus alumnos es, como poco, emocionante.
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carlos57
Fuente: University of Michigan news release.
Vía :
Medline
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