Lucie lleva prácticamente media vida dedicada a la educación de los niños y niñas, en concreto a garantizar una educación de calidad para la infancia que vive o ha vivido una situación de crisis, ya sea climática o por conflicto armado. Empezó su carrera profesional trabajando para el gobierno burkinés. Su trabajo fue tan ejemplar que fue merecedora de una distinción honorífica, la de Caballero de la Orden del Mérito de la Salud y la Acción Social, un gran reconocimiento por parte del estado de Burkina Faso. Hace cuatro años se unió a nuestro equipo como coordinadora de acción humanitaria. Hablamos un poco con ella para que nos cuente por qué es tan necesario que los niños y niñas sigan en la escuela cuando las crisis humanitarias golpean fuerte.
La educación en situaciones de emergencia es una oportunidad que podemos dar a la infancia afectada por una crisis humanitaria para que tengan acceso a recursos educativos. Da a los niños y las niñas la oportunidad de construirse a sí mismos, de aprender y de protegerse de los riesgos que les rodean.
Las relacionadas con la seguridad, con los conflictos. Porque suelen ser crisis que perduran en el tiempo y que hacen mucho daño en términos de pérdida de vidas humanas y que también provocan desplazamientos masivos de población.
En todo el mundo y según las estadísticas de la comunidad humanitaria cerca de 222 millones de niños están afectados por crisis humanitarias, es decir uno de cada cinco.
La educación en situaciones de emergencia es importante porque salva vidas. En una situación de emergencia los niños y las niñas son a menudo abandonados a su suerte porque los padres tienen mucho que hacer tratando de reconstruir sus vidas. Se enfrentan a todo tipo de riesgos, como la falta de protección y de información para hacer frente a la situación y algunos incluso son víctimas de traumas tanto físicos como psicológicos.
Muchos: violencia, abusos o pueden ser víctimas de artefactos explosivos. Peligros que afectan directamente a su integridad física pero también a su salud mental porque muchos viven situaciones que les generan traumas que les marcan de por vida y para los que realmente necesitamos una atención especializada.
Sobre todo, asegurar que los niños y niñas afectados por las crisis puedan seguir estudiando, tanto los desplazados como los que se han quedado en las zonas de conflicto y que no tienen acceso a ningún tipo de educación.
Para los que se han quedado en las zonas de conflicto buscamos métodos alternativos como la educación a través de la radio o si tienen acceso a internet, educación online. También creamos espacios comunitarios de aprendizaje en las zonas donde las escuelas están cerradas.
Además, reforzamos las capacidades de las escuelas de las comunidades de acogida donde llegan estos niños y niñas para que puedan acceder al sistema educativo.
El regreso a la escuela para un niño es volver a la vida. Significa una vuelta a la normalidad, se ha pasado la página oscura y el niño vuelve a su rutina, a la vida que ha conocido en el pasado. Volver a la escuela para el niño es poder compartir juegos con sus amigos, aprender y prepararse para un futuro mejor.
La igualdad de oportunidades solo se puede conseguir si los gobernantes ofrecen la oportunidad de aprender a todos y todas. La educación debe ser un sector prioritario y, en consecuencia, asigarle los recursos necesarios para mejorar todos los programas relacionados con la enseñanza, el aprendizaje y la formación de las jóvenes generaciones, porque está más que demostrado el bienestar que les aporta.
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