Un mes después del supertifón Goni, niños y niñas filipinos y sus familias luchan por volver a la normalidad tras perderlo todo

Un mes después de que el supertifón Goni golpeara con especial virulencia la provincia de Catanduanes y otras partes de la región de Bicol, los niños y niñas y las familias de las comunidades devastadas siguen luchando por volver a ponerse de pie después de haber perdido sus hogares y sus principales fuentes de sustento a causa de la tormenta. 

Nuestra compañera Shiena Base, una de las personas que está liderando la respuesta de nuestra enegé a la emergencia en el terreno asegura que volver a la normalidad será muy difícil para todas estas familias ya que han perdido sus principales fuentes de ingresos: "Estamos visitando algunos de los municipios más afectados donde muchos hogares y comunidades han sido completamente arrasados y vemos que muchos de ellos siguen luchando por recuperarse. Una de sus principales preocupaciones es su medio de vida. Antes del Goni, su principal fuente de ingresos era la agricultura, en particular el cultivo de abacá, pero ahora eso ya no existe y no tienen forma de ganarse la vida. Incluso si intentan reconstruir sus granjas, les llevará mucho tiempo".  
 

Estamos distribuyendo lotes con artículos de primera necesidad para 560 familias de Catanduanes como respuesta a la emergencia y ayuda en la recuperación del paso del tifón Goni por Filipinas.

La mayoría de las familias han perdido sus hogares y deben refugiarse en casa de sus vecinos o parientes, o en refugios improvisados creados para dar respuesta a esta emergencia. En una sola casa pueden llegar a vivir de tres a diez familias, con la pérdida de intimidad que eso supone, especialmente para las niñas y mujeres. “Los espacios estrechos y la falta de electricidad pueden exponerlas a mayores riesgos de protección. Les será difícil denunciarlos ya que sus familias tienen otros problemas que atender simultáneamente", asegura nuestra compañera Shiena.  

Nuestra respuesta un mes después de la catástrofe 

Desde que el supertifón tocó tierra hemos estado al lado de las familias, especialmente de los niños y niñas, más vulnerables para ayudar en todo lo que podamos para aliviar el sufrimiento de todos ellos. Son familias enteras que han perdido sus viviendas y decenas de escuelas totalmente destruidas, lo que agrava aún más la difícil situación de escolarización por el coronavirus de los niños y las niñas filipinos.  

Antes del tifón, los niños ya estaban adaptados al concepto de aprendizaje mixto y a las clases en línea debido a la COVID-19. Pero durante la tormenta muchos de ellos no pudieron salvar nada, ni siquiera sus libros y material escolar. Además, cuenta Shiena, para los padres lo más importante es la alimentación de sus hijos: "Los padres prestan especial atención y antes que nada que no falte un plato de comida en la mesa. Prefieren no gastar el poco dinero que tienen en el transporte a la escuela, pero sus hijos necesitan recoger sus lecciones para seguir con las clases a distancia". 

Para dar respuesta a esta situación estamos distribuyendo lotes de primera necesidad, que incluyen mantas, toallas, esterillas para dormir, luz solar, utensilios de cocina y utensilios para ayudar a muchos de los que han perdido casi todo por el tifón.



También proporcionamos a cada hogar una caja de mascarillas quirúrgicas y materiales de higiene como jabón y detergente para proteger a las familias de la COVID-19, así como asistencia o acompañamiento psicológico. De momento hemos llegado a 560 hogares en los municipios de San Miguel, Baras y Bato en Catanduanes, donde el tifón hizo su primer aterrizaje.  



El año 2020 será el peor año para la mayoría de los niños y niñas en edad escolar, especialmente para los niños y niñas de Catanduanes, donde el tifón ha destruído un 90% de las escuelas de la zona. 

Necesitamos tu ayuda para poder seguir respondiendo a la emergencia. ¿Nos ayudas? Por poco que puedas aportar, tu colaboración significará mucho. Entre todos, podemos conseguirlo. 

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