Llega la Semana Santa pero no todos los niños y niñas en España podrán irse de vacaciones, pues es un lujo fuera de su alcance. Según los últimos datos de la Encuesta de Condiciones del Vida del INE analizados por nuestra organización, el 32,6% de los hogares donde viven más de 2,6 millones niños, niñas y adolescentes menores de 18 años, no puede irse ni una semana de vacaciones al año fuera de casa.
“Durante las vacaciones escolares de Semana Santa, verano o Navidad, estos niños y niñas no tienen más horizonte que su barrio o su bloque de viviendas. Sus familias, que tienen serias dificultades económicas agravadas por el aumento desorbitado de precios de los últimos meses, no pueden permitirse ni una semana al año de vacaciones al campo o a la playa; una experiencia importante para su desarrollo. Muchos de ellos, además, se tienen que quedar todo el día solos y solas en casa mientras sus padres y madres trabajan”, explica Macarena Céspedes, nuestra directora de Incidencia e investigación.
En el caso de las familias monomarentales – compuestas en su inmensa mayoría por madres con uno o más hijos e hijas a cargo – el porcentaje de hogares que no pueden permitirse ir de vacaciones una semana al año aumenta exponencialmente y llega al 50,1%.
En España viven más de 8 millones de niños, niñas y adolescentes. Uno de cada tres – el 33,4% - está en situación de riesgo de pobreza o exclusión, es decir, más de 2,7 millones. Tanto la cifra como el porcentaje es muy similar al de menores de 18 años que no pueden marcharse de vacaciones ni una semana al año. De hecho, poder irse o no de vacaciones es uno de los indicadores que se tienen en cuenta para medir el nivel de pobreza de los hogares. En el caso de las familias monomarentales, el 54,3% vive en riesgo de pobreza o exclusión.
“Para los niños y niñas, disfrutar de las vacaciones es fundamental para su desarrollo. Viajar a otro lugar, participar en campamentos o hacer actividades deportivas y de ocio es imprescindible para su educación, ya que aprenden cosas distintas a las que se enseñan en el aula, se relacionan con otros niños y niñas y disfrutan de su tiempo libre. Cuando no pueden hacerlo, los efectos van más allá del aburrimiento o la falta de relaciones sociales. Aquellos niños y niñas que van al comedor escolar durante el curso con una beca pública dejan de ir durante las vacaciones escolares, lo que pone en riesgo su alimentación”, añade Céspedes.
En muchos casos las familias con menos recursos económicos viven en pisos mal acondicionados y mal aislados, que dejan pasar tanto el frío como el calor. Suelen ser viviendas pequeñas en las que vive mucha gente y, en ocasiones, las familias se ven obligadas a compartirlas con otras personas que no son de su entorno para poder pagar el alquiler.
Por todo ello, pedimos que las administraciones tomen medidas concretas para paliar este tipo de situaciones, como la ampliación de la oferta de ocio priorizando el acceso gratuito de las familias más vulnerables.
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