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Se está mejor en casa que en ningún sitio

Se está mejor en casa que en ningún sitio

junio 20, 2023

“Se está mejor en casa que en ningún sitio”, repetía como un mantra la pequeña Dorothy en la película El mago de Oz para poder volver a su casa, a lo conocido, al lugar seguro. Porque cuando se está bien, no hay ningún sitio mejor que tu hogar. Si eres padre o madre de un niño o niña pequeño, estarás de acuerdo en que uno de los mejores momentos del día es el momento de acostarlos. Oír su respiración profunda y acompasada y sentir que está bien, que está protegido y que nada malo le puede pasar, o al menos eso sientes y deseas. 

Sentirse seguro y protegido, dos necesidades humanas casi tan importantes como comer, dormir o respirar, pero que no están cubiertas en muchos lugares del mundo. Hoy casi 90 millones de personas han tenido que correr en medio de la noche y huir de sus casas o de sus países por querer salvar su vida y la de sus hijos.  

 

"Quien sea. Donde sea. Cuando sea. Toda persona tiene derecho a buscar protección".


En el post de ayer os contábamos cómo explicar a un niño qué es un refugiado, un migrante o un desplazado interno Pero ¿y si cambiamos la palabra refugiado, migrante o desplazado interno por persona? Porque al final, qué más da la etiqueta que le pongamos, sus historias son las mismas. Historias humanas de aquí y de allá, historias de terror, de superación, de valentía, y por qué no, de esperanza. 

Cada 20 de junio es el Día Mundial del Refugiado un día designado por las Naciones Unidas para honrar a las personas refugiadas y desplazadas de todo el mundo. Hoy queremos ponerles cara, especialmente a los más pequeños, oír sus historias, empatizar con ellos y desde aquí rendirles un pequeño homenaje. ¿Nos acompañas? 

“Una noche, a la hora de la cena, vinieron y nos atacaron. Mi familia y yo lo dejamos todo y solo corrimos” 


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Momtazul tiene 15 años. Tenía 10 cuando llegó a Cox´s Bazar a pie junto con su familia: "Los militares entraron a nuestra aldea. Torturaron a los hombres jóvenes y adultos y los mataron. Una noche, a la hora de la cena, vinieron y nos atacaron. Mi familia y yo lo dejamos todo y solo corrimos. Tardamos siete días en llegar a la frontera. Luego cuatro meses en la zona cero que era segura y después nos dejaron entrar a Cox’s Bazar donde nos dieron refugio y comida”.  

Este joven participa en el club de adolescentes de Educo en el que reciben formación sobre sus derechos, sobre cómo proteger a los niños y niñas del trabajo infantil y qué hacer en caso de que sean víctimas de una violación: “Cuando veo a algún niño trabajando o cuando se va a organizar un matrimonio infantil, informo a Educo y entonces ellos toman la iniciativa. Antes de llegar a Bangladesh los días no eran mejores. Los niños no podíamos salir a la calle para ir a la escuela y jugar, solo teníamos miedo. Ahora voy al centro de aprendizaje, juego con mis amigos y mi hermano pequeño, ayudo a mi madre en las tareas domésticas y aprendo en el club. Me gustaría dar las gracias a Educo por crear una oportunidad de aprendizaje para nosotros". 

"Mis padres lo perdieron todo y yo ya no fui a la escuela porque los grupos terroristas armados cerraron nuestros colegios” 


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Con tan solo nueve años la pequeña Aissata presenció como un grupo de terroristas armados atemorizaron a todo su pueblo natal, Gao, en el norte de Mali, y cerraron su escuela. La pequeña tuvo que huir junto a sus padres a un lugar más tranquilo para poder continuar con sus estudios y con una vida en paz y sin miedo. "Mis padres lo perdieron todo y yo ya no fui a la escuela porque los grupos terroristas armados cerraron nuestros colegios”, nos cuenta la pequeña.    

Aissata y su familia llegaron a la región de Mopti, una zona del centro del país donde hay relativa seguridad y donde tenemos un proyecto de acogida y escolarización para niños desplazados. Aumentamos las plazas ofertadas, mejoramos la calidad de la educación y reformamos las aulas y los baños de las escuelas de las comunidades de acogida para que tanto los niños y niñas que llegan como los locales reciban una educación de calidad y en condiciones.     

Aissata asiste con regularidad y muy contenta a la nueva escuela de la nueva comunidad de acogida en la que puede seguir con sus estudios: “He recibido material escolar de Educo como muchos otros niños desplazados", nos explica contenta.  

"Adiós cama, adiós juegos, adiós habitación..." 
 

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Natalia es psicóloga en el albergue de acogida de Izmaíl, donde hospedamos a más de 130 mujeres con sus hijos e hijas. Ha tenido que desplazarse dos veces. La primera cuando huyó de Lugansk en 2015. No sabía cuánto durarían los enfrentamientos, así que se mudó, junto con su esposo y su hijo, que en ese momento tenía seis años y estaba en estado de shock, a otra área. Después de tres años regresaron a la primera ciudad para el funeral de su suegro. El niño, entonces de 9 años, recorrió su vieja casa despidiéndose de sus cosas: "adiós cama, adiós juegos, adiós habitación...". Después de este episodio, durante los siguientes dos años, tuvo un trastorno de estrés postraumático muy fuerte: cada vez que cruzaban un puesto militar ucraniano se desmayaba. 
 
En febrero de este año vivían en Severo Donetsk cuando bombardearon Kyev. Escucharon los ataques y la primera reacción de Natalia fue abastecerse de agua para no quedarse sin en el refugio. Cuando su hijo la vio le dijo: “Es la guerra otra vez, ¿no? En la primera alarma el hijo estaba aterrorizado y se escondió en el armario. Siguieron las sirenas, bombas y disparos y cayó un cohete muy cerca, tan cerca que el niño huyó de la casa aterrorizado. Fue entonces cuando Natalia decidió que tenían que abandonar Severo Donetsk. El 1 de abril llegó al albergue de Izmaíl con su hijo. 
 
El pasado mes de junio, unos amigos vecinos en Severo Donetsk regresaron a la ciudad para ir a ver sus casas y les enviaron un video en el que aparecía el hogar de Natalia completamente destruido por las bombas, su casa hoy se había convertido en escombros. 
 
 

 

 


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Bangladesh , Cox's Baxar , derechos humanos , desplazados , empatía , Mali , migrantes , refugiados , solidaridad , Ucrania

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