Podemos imaginar lo terrible que debe ser vivir una guerra siendo un niño o siendo padre. Pero cuando conocemos historias reales que nos llegan desde Ucrania, la imaginación deja paso a la cruda realidad y entendemos realmente lo que significa vivir en un pueblo ocupado y la mitad de él destruido por las bombas.
Artem solo tiene dos años y ya sabe cómo suena la explosión de una bomba. Cuando nació, sus padres se separaron y su madre se lo llevó con ella y con toda la documentación del bebé para dejarlo al cabo de poco tiempo en un internado. Nadie sabe dónde está ella actualmente. Cuando su padre se enteró, fue a buscar al pequeño y se lo pudo traer de vuelta a casa ya que tenía el certificado de nacimiento. Y estalló la guerra...
Vivieron una semana en un refugio antiaéreo, pero las condiciones poco higiénicas los obligaron a volver a su casa. Cuando el niño oía los aviones sobrevolar el cielo, se tiraba al suelo, se cubría la cabeza con las manos y señalando al cielo gritaba: “¡Hay una explosión!” Durante este tiempo, Artem y su padre han sobrevivido como han podido.
Cuando llegaron a casa no tenía nada para el niño, ni pañales, ni comida, ya que el pueblo carecía de todo debido al conflicto armado. Los vecinos fueron la primera red de ayuda para ellos y les llevaban a casa lo que podían: patatas, tocino y algunas cebollas. Al principio, el niño solo comía puré de patatas con agua, y su padre prefería pasar con lo mínimo para poder alimentar a su hijo. Como no tenía pañales, lavaba en el río los pantalones que le proporcionaban los vecinos, los secaba y los reutilizaba.
Ante esta realidad, y a través de nuestra alianza Childfund, estamos apoyando a esta familia con bienes de primera necesidad y también con apoyo psicológico y educativo para el padre en temas de crianza. Artem es un niño muy inteligente, ya se comunica, y su padre ya está en proceso de solicitar su custodia.
Desde que estalló la guerra en Ucrania, hemos querido apoyar a estos niños y niñas tanto en el terreno, concretamente en varios puntos del país, como en Moldavia, el territorio que más refugiados acoge ya que comparte la frontera más grande con Ucrania; pero también en España, dando la mejor acogida posible a las familias con niños y niñas que van llegando.
Derechos de imagen: © Yellow Blue Wings
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