Ser niña y poder terminar tus estudios no es tarea fácil si naces en Mali. Muchas niñas tienen que ponerse a trabajar muy jovencitas para ayudar así a soportar la economía familiar, y la mayoría de ellas se dedican al trabajo doméstico, una de las realidades más invisibilizadas de la explotación laboral y, concretamente, de la explotación laboral infantil. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) hay más niñas menores de 16 años trabajando en el servicio doméstico que en cualquier otro tipo de trabajo infantil.
A pesar de los esfuerzos del Gobierno por eliminar el trabajo infantil, muchas de ellas son niñas y jóvenes de entre nueve y 20 años que trabajan en condiciones de esclavitud todos los días de la semana por un salario mísero, entre 6 y 15 euros al mes. Además de la explotación laboral, sufren abusos graves como maltrato físico, violaciones, confinamiento forzoso y negación de alimentos y atención sanitaria, entre otros.
En Bamako, en concreto, nueve de cada diez hogares tiene una o dos empleadas domésticas que provienen de las zonas rurales. Es el caso de Hawa Diarra, una niña de 14 años que cuando murió su madre, decidió mudarse de su pueblo natal a la ciudad de Bamako para ganarse la vida: "Tuve que hacer este viaje porque no tenía medios para pagar mi ropa, mi salud y otros gastos", nos cuenta la joven.
Cuando llegó a la ciudad, su tía la colocó con una familia vecina para trabajar como empleada doméstica en una zona en la que trabajamos. Por eso dimos con ella, y la animamos a que participara en nuestro proyecto, que consiste en trabajar junto con las instituciones gubernamentales para identificar y atender a las niñas que se encuentran en situación de peligro.
Así, actuamos de mediadores frente a las familias para tratar de restablecer la relación y que vuelvan a su casa, facilitamos el retorno a sus comunidades y al sistema escolar y formamos a las chicas sobre sus derechos y cómo protegerse de los abusos. Además, les ofrecemos clases de alfabetización y formación profesional, así como prácticas de ahorro y microcréditos, entre otras actividades, para que puedan acceder a un empleo mejor en un futuro cercano.
Hawa ha participado en las jornadas de sensibilización sobre los peligros de la migración temprana, el retorno voluntario, cómo prevenir la COVID-19 y cómo cuidar de ella misma. En estas jornadas le informamos de que podíamos apoyarla para que pudiera regresar a su comunidad de origen o retomar sus estudios, y ella aceptó.
Hoy la joven acude a nuestras clases nocturnas, que realizamos con el apoyo de las autoridades locales, para preparar su futura reintegración a la escuela el año que viene. También la apoyamos con la entrega de los kits escolares para que no tenga que pagarse el material escolar. "Gracias a las clases de recuperación organizadas por el proyecto, ahora puedo leer y escribir en francés. A menudo también recibo ropa y atención sanitaria así como mosquiteras o kits de higiene para prevenir el coronavirus. También he aprendido mucho sobre mis derechos y la protección de los niños gracias a mi participación en las charlas educativas organizadas en mi barrio por Educo", dice Hawa.
Desde el año 2019 trabajamos en Bamako para luchar contra la explotación de las niñas trabajadoras domésticas mediante la promoción de entornos seguros y protectores.
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