El título de este artículo es una cita del escritor Walter Scott. En el mundo de los símbolos, subir por una escalera significa la ascensión, la valorización, el progreso, el crecimiento…cada peldaño puede suponer, a su vez, cierto esfuerzo, tiempo o superación de obstáculos. La escalera también ha sido un elemento utilizado para definir un proceso de participación infantil. Roger Hart es uno de los autores más conocidos que empleó el símil de una escalera para definir los grados de participación de los niños y niñas en las cuestiones que les afectan.
La Escalera de la Participación de Roger Hart nos puede ayudar a determinar el nivel o punto en que estamos en los procesos de participación, con el mayor o menor protagonismo de la infancia, a la par que cuestionarnos el papel que desempeñamos las personas adultas que los acompañamos.
Hart nos invita a superar los primeros tres peldaños de la participación manipulativa, decorativa y simbólica, esa que aparenta que los niños y niñas son importantes sólo porque les invitamos a actos públicos o relevantes, para “hacernos la foto”, pero sin contenido, sin recorrido previo y sin un objetivo claro de participación real. Si avanzamos en la escalera, entramos en el terreno del compromiso.
Es decir, hacia acciones y actividades que requieren cada vez una mayor escucha, un mayor trabajo de empatía y respeto a las ideas de otras personas, aunque están tengan muchos años menos que nosotras.
Pero sobre todo nos apelan para realizar un acto de una renuncia: los escalones de la parte superior nos invitan a ceder nuestro poder para que niños y niñas puedan tomar decisiones e incluso autogestionar cuestiones que les afectan y para las que tienen capacidades que, a su vez, tienen que ser reconocidas.
Hay un nivel de relación con niños y niñas en el que podemos considerar que estos son “asignados pero informados”, es decir, les proponemos tareas, aunque les explicamos y damos información de la misma, realmente ellos y ellas no la han elegido en primera instancia.
Este ejemplo ocurre, por ejemplo, cuando niños y niñas participan en una actividad que les viene dada, desde el ámbito familiar, o desde la programación de actividades o proyectos desde su centro educativo. Puede que luego les encante la propuesta, se impliquen, e incluso que pueda motivar su participación en un mayor grado en otras fases del trabajo.
Aumentar el grado de participación de niños y niñas, podría darse incluyendo una consulta. Si queremos que las personas participen (y esto también atañe a personas adultas) que mejor opción que, al menos, sean preguntadas y consultadas por las cuestiones que les preocupan, los tiempos que consideran más adecuados o la metodología que creen más interesante.
Se pueden plantear diversas opciones con información adecuada y adaptada para que niños y niñas puedan elegir, decidir, proponer… Este nivel se da cuando, por ejemplo, en el ámbito familiar, preguntamos por las actividades extraescolares que les gustaría hacer, les planteamos posibles opciones de actividades de ocio en familia, etc.
En la escuela se les puede preguntar por los temas que les interesan para organizar trabajo por proyectos, para tratar temas que les preocupan y así prevenir o resolver problemas, realizar diagnósticos participativos a través de consultas, etc.
En Educo, por ejemplo, realizamos consultas sobre cuestiones relacionadas con los derechos de la infancia: sobre su derecho a la participación, al juego, a la educación, etc. Estas consultas nos sirven para realizar investigaciones que nos ayudan a diseñar campañas que engloban los intereses de los niños y niñas o a hacer labores de incidencia para reclamar antes las administraciones públicas las vulneraciones de derechos. Todos estos informes se pueden consultar en nuestra web, en el apartado de publicaciones.
Este nivel de participación puede ser el motor para avanzar hacia un peldaño en el que los procesos son “Iniciados por adultos, decisiones compartidas con niños y niñas”. Se trata de acciones en las que personas adultas tenemos una propuesta de trabajo y se la presentamos a niños y niñas para que podamos trabajarla juntos, para lograr un trabajo colaborativo, el codiseño de acciones, la toma de decisiones conjunta pero sobre todo de la creatividad colectiva, un nivel muy interesante de trabajo, porque nos sitúa a las personas adultas en un papel de aprendices y colaboradores. A menudo las propuestas planteadas surgen del nivel anterior, en el que se ha detectado un interés o preocupación de niños y niñas y las elevamos para ser trabajadas conjuntamente, con su protagonismo en la búsqueda de alternativas y soluciones.
A nivel familiar puede desarrollarse cuando de forma conjunta exploramos y aprendemos de tema que desconocemos desde todas las partes, buscamos ideas, alternativas… cuando, por ejemplo, diseñamos conjuntamente la organización de tiempos, espacios, etc.
En la escuela se abre un mundo apasionante de trabajo por proyectos, donde se pueden tratar temas nuevos donde el profesorado también es profano en la materia. Se pueden plantear conjuntamente entre alumnado y profesorado preguntas de investigación o hipótesis relacionadas con temas de actualidad, que se pueden ir contrastando y siento la base para crear modelos y diseñar propuestas para poner en marcha. Algunos ejemplos son la organización de una campaña para la mejora de una cuestión de interés en el centro o de la comunidad, tras un proceso de investigación participativa y codiseño de acciones.
En Educo, por ejemplo, desarrollamos proyectos en los que intentamos promover el cambio o diseño nuevos espacios, como el espacio de medio día en centros educativos, o diseñar materiales educativos con los chicos y chicas, como en el proyecto “Y por qué no hacemos algo juntas”, que se promueve desde la Campaña Activa la Escucha. A menudo, el tiempo y los recursos son un hándicap, pero es un reto maravilloso que queremos y debemos afrontar para reconocer el protagonismo de los chicos y chicas en la implicación de las cuestiones que les afectan e interesan.
Otros niveles superiores en el modelo de Hart son “Iniciado y dirigido por niños y niñas” y el “Iniciado por niños y niñas; decisiones compartidas por personas adultas”. El primero alude a una autogestión de los procesos a partir de la toma de decisiones realizada por un grupo de chicos y chicas. Esto sucede, por ejemplo, en el juego libre, en un parque, un patio de colegio, en el espacio de ocio y en entidades de infancia donde se promueve la autonomía para la organización de actividades.
El segundo se refiere al nivel que este autor considera un ejercicio de ciudadanía y reconocimiento pleno de los derechos de los niños y niñas. Se trata de un nivel de participación donde niños y niñas se desarrollan en un ambiente democrático real en la práctica, tienen espacios de diálogo, posibilidades de toma de decisiones, son reconocidos sus plenos derechos y vías para la comunicación a las personas adultas a las que se invita a tomar parte para realizar una gestión compartida para transformar realizades desde la mirada de la infancia.
Desde Educo, por ejemplo, estamos alineadas con la Plataforma de Infancia, para que sea reconocido el derecho a crear asociaciones de niños, niñas y adolescentes con la ayuda de personas adultas implicadas en el disfrute pleno de sus derechos. Una vez conocido este modelo ¿nos ayudas a avanzar en el derecho a la participación? Te invitamos a poner práctica lo aprendido y a seguir conociendo nuestras propuestas.
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