El 25 de abril de 2015, hoy hace un año, la tierra tembló en
Nepal. Un terremoto de 7,8 grados, el peor de su historia, causó 9.000 muertos y dejó a millones de personas sin hogar. Nuestros compañeros de
ChildFund se movilizaron desde el primer momento para atender las necesidades de la población, especialmente de los niños y niñas.
Binisha Kusuri es una de estas niñas. Ella y su familia han podido reconstruir poco a poco su vida.
Esta es su historia, un año después.
Binisha tiene 9 años y es la cuarta de cinco hermanos. Vive con su familia en una pequeña comunidad rural de
Sindhupalchok, uno de los distritos más afectados por el terremoto. Sus padres no fueron jamás a la escuela y no saben leer ni escribir. Su hermana mayor, de 17 años, trabaja como costurera y el segundo hermano, de 15 años, emigró a Katmandú para trabajar como soldador. Los otros estudian. Su familia cultiva arroz y soja y tiene dos cabras. Como la gran mayoría de familias de su entorno, subsisten precariamente con los pocos recursos de que disponen.
El día del seísmo
Aquel fatídico 25 de abril de hace un año, poco antes de las doce de la mañana, Binisha se encontraba con su hermano pequeño apacentando las cabras en el monte cuando la tierra se resquebrajó. Su hermana mayor acudió corriendo a buscarles y juntos regresaron a casa. Dos horas de camino por senderos tortuosos y con el miedo en el cuerpo. Afortunadamente
nadie de su familia sufrió daños personales, aunque en su aldea mucha gente murió, pero
su casa resultó gravemente afectada y se derrumbó totalmente después de la fuerte réplica que hubo dos semanas y media después. Antes del desplome definitivo, Binisha tuvo tiempo de recuperar su uniforme escolar y sus materiales de estudio.
Un pequeño tesoro en medio de la destrucción que le permitió evadirse del drama.
Durante los primeros días tras la tragedia, la familia se cobijó en una de las tiendas de campaña instaladas en el patio de la escuela y posteriormente, se trasladó a una cabaña provisional de chapa y madera. También recibieron agua y alimentos. La pequeña empezó a asistir a uno de los
centros de atención a la infancia que ChildFund habilitó para atender a los niños y ayudarles a superar el trauma. Ahí empezó a dejar atrás la tragedia y a sonreír. “
Me encantaba cantar canciones y bailar –nos cuenta–. Mis hermanos mayores no quisieron ir pero yo me sentía segura porque estaba con mis amigos”.
Uno de los detalles en que ChildFund puso especial énfasis fue en la
integración de todos los niños, fueran de la clase social que fueran. La familia de Binisha, por ejemplo, pertenece a la casta inferior de los kapali, una circunstancia que la sitúa a priori en mayor situación de vulnerabilidad que otras. En el centro infantil, Binisha rompió esquemas. “Cuando nos mencionó el nombre de su mejor amiga ––nos explica uno de nuestros compañeros de ChildFund en Nepal–, las caras de los adultos presentes cambiaron porque adivinaron por el nombre que la amiga era de un grupo social superior”.
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“¡Puedo volver a la escuela!”
La escuela de Binisha, como tantas otras en
Sindhupalchok y en el distrito vecino de
Ramechhap, dos de las áreas más devastadas, quedó destruida. En su lugar, ChildFund construyó
aulas provisionales para que los niños no perdieran ni un solo día más de clase. “
Me sentí feliz cuando me dije: ‘¡Puedo volver a estudiar!’”, recuerda alegre Binisha.
En total, gracias a las donaciones recibidas, ChildFund construyó 60 de estas escuelas provisionales para atender a
2.404 niños y niñas de las zonas afectadas. A pesar de su precariedad, estas escuelas cumplen con la función de continuar con la enseñanza mientras las autoridades reconstruyen los centros destruidos o dañados. En estos espacios, los niños aprenden y juegan, se sienten seguros y a gusto. Los profesores han sido formados para tratar con estos niños y ayudarles a superar la tragedia.
El sueño de ser enfermera
A pesar de las dificultades,
Binisha vuelve a ser feliz. Le gusta estudiar y sus asignaturas preferidas son lengua nepalí e inglés. En el patio, le encanta jugar a la comba y al
chingui [un popular pasatiempo en el que el niño da toques repetidos con los pies a un pequeño objeto a modo de balón sin que caiga al suelo]. Su comida preferida es el maíz seco, el
dalbhat [sopa nepalí a base de arroz y guisantes], y el arroz con té. De mayor le gustaría ser enfermera. “Por ninguna razón especial”, apostilla. Quizás la tragedia vivida haya influido en su vocación.
Binisha y su familia están reconstruyendo poco a poco su vida, igual que el resto de la población nepalí. Pero para otros niños, como
Anir Shrestha (10 años), el recorrido es más duro. Anir perdió a su hermano mayor en el terremoto. Tenía 18 años y, a pesar de vivir en Kathmandú, había vuelto a su aldea para celebrar el Día de la Madre. Estaba en casa viendo la televisión cuando las plantas superiores se desplomaron encima de él.
Anir y su familia no han superado su pérdida. Sus padres muestran todavía angustia y ansiedad, y el padre tiene dificultades para concentrarse y buscar un trabajo. Ellos están recibiendo el
apoyo de ChildFund dentro de sus programas de desarrollo de las comunidades. Los ojos de Anir expresan todavía tristeza. En la escuela, sin embargo, se transforma y ahí, por unas horas, se siente feliz.
La ayuda de los donantes
Gracias a las donaciones recibidas por
Educo y las otras organizaciones miembros de la
alianza ChildFund tras la emergencia,
esto es lo que hemos logrado:
- Habilitación de 21 Centros de Atención a la Infancia para ayudar a los más pequeños a recuperarse y superar el trauma
- Construcción de 60 escuelas provisionales para asegurar que 2.400 niños no pierden ni un día de clase mientras sus centros educativos son reconstruidos
- Entrega de mochilas, uniformes y material escolar como lápices y cuadernos a 5.000 niños, así como ropa de abrigo
- Reforma o construcción de redes de agua y sanitarios en 11 escuelas afectadas
- Entrega de material de higiene íntima a 800 chicas adolescentes
- Capacitación de familias y comunidades en prevención de riesgos ante catástrofes naturales
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Queda mucho por hacer y en ChildFund seguimos trabajando en Nepal para ayudar a los niños y sus familias a reconstruir sus vidas.
¡Gracias por hacerlo posible!
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