En zonas rurales y empobrecidas de
Camboya, miles de niños pueden ir a la escuela gracias a los
proyectos educativos que en Educo impulsamos al lado de organizaciones locales. Acércate aquí al día a día de dos de estos pequeños que viven en la aldea Audambong, en la provincia occidental de
Battambang. Los gemelos Sen no solo se parecen, sino que además tienen nombres parecidos –Titonghean y Titonhgann– y comparten sueños y aficiones. A sus 10 años, a ambos les gusta ir al colegio, jugar al fútbol y estudiar. De mayores, quieren trabajar en alguna organización de ayuda a personas con discapacidad. Su casa es una humilde cabaña de madera sin agua corriente. Cada día acuden a la escuela, donde estudian segundo curso. Ahí aprenden y se divierten pero, sobre todo, sientan las bases para poder mejorar su futuro y el de su familia.
La escuela de Audambong es una de las que cuentan con el apoyo de Educo para garantizar el
acceso de niños y niñas de entornos especialmente desfavorecidos a una enseñanza de calidad. Camboya cuenta, en teoría, con un sistema público de educación. Pero solo sobre el papel. La inversión estatal es mínima, lo que redunda en equipamientos muy precarios, falta de profesores bien preparados y escasez de material escolar. En muchas áreas remotas y dispersas ni siquiera hay colegios. La sociedad, además, no está concienciada sobre los derechos de la infancia y muchas personas ven a los niños como mera mano de obra para ayudar en la economía familiar. El primer paso, pues, consiste en
convencer a las familias y a los líderes de las comunidades de la
importancia de que los niños asistan a la escuela de manera continuada.
Las zonas de Battambang donde actuamos presentan una elevada pobreza y una orografía selvática que dificulta su desarrollo económico. Muchas áreas todavía ocultan bajo su suelo minas antipersona de la época de los jemeres rojos. La mayoría de familias viven del cultivo del arroz, alimento nacional. En el ámbito educativo, hay pocas escuelas y las que existen, son viejas y no tienen materiales adecuados. En este escenario,
solo seis de cada diez niños que empiezan la primaria finalizan este ciclo. Y eso sin contar aquellos que nunca han ido al colegio porque no hay ninguno en su comunidad o porque sus padres los ponen a trabajar a una edad temprana.
Escuelas públicas y comunitarias
En Educo trabajamos al lado de organizaciones locales como KHEN o KAFDOC para
fortalecer a las escuelas públicas de esta provincia, renovando sus instalaciones, instalando sistemas de saneamiento, formando a los maestros o dotándolas de materiales pedagógicos. Además, en las comunidades más alejadas que no cuentan con centros públicos, la estrategia pasa por dar
apoyo a escuelas comunitarias, espacios que no dependen del gobierno y que son gestionados por los propios miembros de la comunidad. En algunos casos hemos contribuido a renovar totalmente las instalaciones o, en otros, hemos colaborado en la construcción de nuevos equipamientos, que cuentan con un espacio anexo para destinarlo a vivienda de los maestros y asegurar así su presencia todos los días. Además de servir como aulas, estos centros también dan servicio a toda la comunidad, ya que fuera del horario lectivo sirven para dar clases de secundaria o como espacios de reunión o de alfabetización para los adultos. El objetivo último de todo ello es que los niños
puedan estudiar y lo hagan en espacio seguro y confortable.
Fotos: Lolo Vasco / Educo
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