Cuando un niño o niña no puede alimentarse bien, es decir, no ingiere ni la cantidad ni la calidad de alimentos necesarios para su buen crecimiento se resiente su salud física, pero no solo eso, también su salud mental. Y es que el cerebro necesita los alimentos para funcionar a pleno rendimiento. Si el cerebro no tiene energía no funciona, es así de simple. Por eso es tan importante que cuando un niño está en la escuela ingiera los alimentos necesarios para que su aprendizaje no se detenga.
Hoy, viajamos hasta Benín de la mano de Carine Agossou, coordinadora de programas de Educo. Ella nos cuenta qué hacemos en este país africano para que los niños y niñas estén bien alimentados y puedan seguir con su aprendizaje sin que nada ni nadie lo detenga a través de varios proyectos como cantinas escolares, huertos en la misma escuela o la construcción de pozos en el cole para tener agua limpia.
El caso de Chantal, una joven de 12 años que vive en Sinendé, una aldea de Benín sin acceso al agua potable, es un ejemplo. Ella tenía que andar cada mañana junto con las mujeres de la aldea más de 5 kilómetros para llegar al pozo más cercano y conseguir agua, pero agua no segura: “El agua que buscábamos no era potable, pero lo más importante en el pueblo era tener agua. Las cocineras también iban a buscar agua al mismo lugar para preparar la comida, ya que nuestra escuela tiene un comedor escolar. Cuando me tocaba a mí solía ir muy temprano, sobre las 6 de la mañana, para llenar la vasija antes de que empezaran las clases, pero muchas veces llegaba cuando ya habían empezado”.
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