Una inversión de futuro

Cantarle a nuestro bebé mirándole a los ojos, darle masajes, enseñarle a caminar o a sentarse, a pintar o a dibujar son algunas técnicas que estimulan el buen crecimiento físico y psicológico de los más pequeños. 

Sus primeros siete años de vida son vitales para su correcto desarrollo. Y es que casi el 90% de conexiones neuronales se dan en los primeros años de vida del niño o la niña. A partir de los siete u ocho años las posibilidades de construir nuevos circuitos son casi nulas. 

Es por ello por lo que es tan importante empezar en cuanto antes. Este tiempo es oro.  Si los estimulamos correctamente, estaremos haciendo una inversión de futuro:  un bebé estimulado será un niño despierto, un joven alegre y un adulto con ilusión por vivir la vida y participar en la sociedad.  

Nuestra aptitud y capacidad para ofrecerles cosas nuevas y estimular sus sentidos, para procurarles el afecto que necesitan, constituyen los cimientos sobre los que se sostendrá su personalidad.  

La estimulación temprana o oportuna comienza antes de que nazca el bebé y enseña a los padres las técnicas y actividades que permitirán desarrollar al máximo las capacidades físicas, sociales y emocionales del niño.  

Aprender a través del juego 

Conscientes de esta realidad y tras un análisis previo de la situación de la infancia en Guatemala, se evidenció que más de un millón de niños y niñas guatemaltecos no recibían ningún tipo de educación inicial y más de 500 mil no cursaban educación infantil.   

Ante esta situación, decidimos ponernos trabajar junto con la asociación local Appedibimi, una pequeña entidad que trabaja desde hace más de 20 años ofreciendo educación infantil y primaria con una metodología innovadora y participativa, con enfoque bilingüe y que busca que las familias se involucren desde el primer momento.   

Las actividades que llevamos a cabo con más de 300 niños de 0 a 4 años y sus familias son variadas, pero todas tienen un punto en común: se trabaja a través del juego. 



La propia comunidad es quien, en asamblea, selecciona a varias mujeres de la comunidad especialistas en temas educativos para que sean ellas quienes dirijan las sesiones. También se trabaja con las familias, a través de las escuelas de padres en la comunidad, para que entiendan la importancia de esta etapa y se hacen visitas a domicilio para supervisar que en casa también se estimula a los pequeños.  

Emocionalmente, estos programas refuerzan la relación afectiva entre padres e hijos. Durante las sesiones, papás y mamás toman conciencia de que el aprendizaje no solo consiste en un contacto físico con sus bebés, sino que depende de la relación afectiva que mantengan con ellos. En los programas de estimulación temprana buscamos que los padres se conciencien de la importancia de interactuar con sus hijos para que cuando crezcan sean niños más despiertos. 



La inversión en estimulación temprana contribuye a la lucha contra la pobreza, porque trae un beneficio cuantificable a corto y largo plazo, tanto para el niño como para su país. No obstante, su verdadero valor, contribuir a formar personas con capacidades y probabilidades de desarrollar una vida plena, no tiene precio.

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