Nuestra organización trabaja para
combatir la violencia sexual comercial a que se ven sometidas muchas niñas de 12 a 18 años de la ciudad de El Alto a través de la incidencia política ante las autoridades, la prevención y la intervención directa con las afectadas.
A través del centro de acogida Munasim Kullakita (
Quiérete, hermanita, en lengua aimara), damos apoyo a estas chicas
ofreciéndoles una asistencia integral y una educación para capacitarlas en un oficio. La mayoría de estas niñas provienen de familias disfuncionales con antecedentes de
violencia intrafamiliar, abandono y consumo de dorgas y sustancias psicoactivas.
Lamentablemente, muchas de ellas acaban viéndose obligadas a dejar los estudios primarios para hacer del trabajo sexual una forma de subsistencia. Hemos querido acercarnos al testimonio de una de las chicas que actualmente se encuentra en el centro. Tratándose de una joven que ha sufrido violencia sexual comercial hemos decidido proteger su identidad y
mantener el anonimato, haciendo uso de un nombre ficticio.
En la imagen la joven aparece de espaldas para preservar su anonimato
El testimonio de Alejandra
Alejandra, de 16 años, es una de las internas del centro Munasim Kullakita. Tras la muerte de su madre, su padre empezó a tener episodios graves de alcoholemia y a maltratarla a ella y a sus tres hermanas pequeñas. Las niñas se mudaron buscando la protección de otros miembros de su familia, pero
acabaron recibiendo más maltratos por parte de sus tías, su hermano mayor y su cuñada.
Finalmente, las cuatro escaparon a Sorata huyendo de la cruda realidad familiar, pero al cabo de un año Alejandra
acabó viviendo sola y en la calle. “Mi hermano me quitó a mis hermanitas, no me las dejaba ver”, explica la joven. "En la calle tuve a mi hija, pero murió siendo bebé. Después encontré este hogar y me interné”.
“Estoy viviendo en el centro desde hace ya siete meses, han pasado muy rápido. Mi vida ha cambiado desde que estoy aquí. Llegué muy flaquita pero ya me he recuperado.
Si no fuera por el centro, yo seguiría en la calle, pero aquí me hablaron y me orientaron. En el centro he acabado sexto de primaria y este año me toca primero de secundaria. Cuando sea mayor, si puedo estudiar me gustaría ser secretaria, y si no, abrir una cafetería. Aquí estoy aprendiendo cocina y repostería, y me gusta mucho”.
Alejandra seguirá luchando para lograr independizarse, acceder a un trabajo y poder ofrecer así una nueva oportunidad a sus tres hermanas pequeñas. En Educo trabajamos no sólo en la rehabilitación de las afectadas por la violencia sexual comercial, sino también para sensibilizar a la población local sobre este riesgo. Más de 1.500 estudiantes y docentes de las zonas más vulnerables de la ciudad reciben capacitación sobre violencia sexual comercial.
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Violencia sexual comercial