Laxmi Barku Ahire tiene siete años y hasta hace pocos meses formaba parte del colectivo de niños que malviven en la calle en ciudades de India, pasando hambre y sometidos a todo tipo de abusos. Una niña con una infancia robada y sin ninguna confianza en el futuro. Hoy, sin embargo, va a la escuela y mira el presente con optimismo. Esta es su historia.
Nacida en una familia pobre, su padre murió en 2013 y su madre, con una discapacidad física y con problemas de alcoholismo, no se ocupaba de ella. El poco dinero que su madre ganaba mendigando se lo gastaba en bebida y pronto forzó a su hija a vagar también por la calle pidiendo limosna.
Ahí, en la calle, sucia y débil de salud, fue encontrada por un equipo de educadores de nuestra organización socia
Awakening Jagriti, quienes a través de la pequeña se pusieron en contacto con su madre para convencerla de que su hija asistiera a uno de los
centros de atención a la infancia que forman parte de nuestros proyectos en India.
Allí,
Laxmi empezó a tener relación con otros niños y mostró interés hacia las actividades lúdicas y educativas que se llevan a cabo en estos centros enfocados a proteger a la infancia más vulnerable. A partir de aquí, fue matriculada en primer curso en la escuela municipal, donde empezó a adquirir los conocimientos propios de su edad y a aprender buenos hábitos higiénicos.
Pero, a pesar de los esfuerzos de nuestros educadores, la madre de Laxmi continuó sin ocuparse de ella y la pequeña siguió viviendo en situación de desamparo en la calle. Sin embargo, la tenacidad tuvo su recompensa y finalmente se pudo vencer la oposición de la madre a que la niña ingresara en una residencia ya que, con ello, perdía los ingresos que la pequeña obtenía con la mendicidad. Así,
en el mes de junio de este año, Laxmi ingresó en un hogar de rehabilitación en la ciudad de Nashik y posteriormente en una escuela de la misma localidad.
Desde entonces, los técnicos de Awakening Jagriti le hacen un seguimiento periódico, que ha revelado avances significativos en su desarrollo. Sin perder su timidez,
Laxmi ha hecho numerosos amigos, asiste a clase con regularidad, ha adquirido buenos hábitos de higiene, ha mejorado su salud y muestra un cambio muy positivo en su estado de ánimo.
Ella está ahora feliz y puede jugar, aprender, reír… en definitiva,
puede crecer como cualquier niña de su edad. También su madre ha reconocida las mejoras y se muestra contenta con los cambios en la vida de su hija.
Laxmi Barku Ahire, de siete años, vive en una residencia y asiste a la escuela con normalidad.
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