La trata de personas constituye una de las peores formas de violencia y vulneración de los derechos humanos, por eso requiere pensarla, más allá del delito, como un fenómeno global que afecta sobre todo a niñas, niños, adolescentes y mujeres y es urgente que lo abordemos así, de manera conjunta, para poder prevenirla y enfrentarla de forma efectiva.
En los últimos años, a partir de la pandemia de la COVID-19, este sistema de explotación ha ajustado y dinamizado sus modelos de funcionamiento haciendo cada vez más compleja la implementación de medidas efectivas de prevención, detección y protección de víctimas y la persecución y sanción a tratantes.
La migración vertiginosa de las actividades cotidianas a modalidades y entornos virtuales ha significado el incremento en el uso de estos recursos tanto para la captación de víctimas como para la ejecución de nuevas modalidades de explotación, como son la generación y comercialización de material de abuso y explotación de niños y niñas.
A pesar de que la pandemia de la COVID-19 y otras crisis han aumentado el riesgo de explotación, cada vez se identifica a menos víctimas de la trata de personas —el año pasado se detectaron un 11% menos— debido a las nuevas formas de captación y explotación y a la debilidad de las instituciones frente a estas nuevas modalidades, según el Reporte Global sobre Trata de Personas 2022.
A pesar del compromiso de los estados por enfrentar este delito de manera conjunta, existen todavía grandes brechas entre los mecanismos y sistemas que facilitan y promueven la trata de personas, sobre todo niñas, niños y adolescentes en relación con los sistemas de protección y justicia que deben enfrentarlos.
Frente a esta complejidad, las reflexiones permanentes son necesarias, a fin de pasar de la tipificación a una respuesta integral, que permita atender las causas estructurales que han facilitado la perpetuación de este delito, analizando los nuevos contextos, modalidades y manifestaciones que presente.
Pero lo más urgente es la toma de acción. Los Estados deben poner en agenda prioritaria el abordaje de este delito, de forma coordinada, integral y sostenible, incrementando normas y recursos que permitan una efectiva respuesta.
Desde Educo estamos convencidos de que educar para prevenir seguirá siendo la mejor estrategia de respuesta a nivel local y comunitario, brindar herramientas a niñas, niños y adolescentes para que puedan no solo detectar situaciones de riesgo, sino para que rompan la perpetuación de relaciones inequitativas de género y las prácticas que más adelante puede convertirlos en parte de este sistema de explotación.
Adultos, hombres y mujeres, debemos también asumir nuestra corresponsabilidad: educarnos, acompañar, cuidar, vigilar, cuestionar y denunciar deben ser parte de nuestro compromiso. El próximo domingo, 30 de julio, es el Día Mundial contra la Trata, una fecha que nos permite reafirmar nuestro compromiso en la lucha contra esta lacra de manera permanente, decidida y activa.
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