Como todos los años, septiembre suena a vocerío alegre de niños y niñas que van por la calle cargados de cuadernos, bolígrafos y libros y al alivio de sus progenitores que, tras el verano, confían parte de la educación de sus hijos e hijas a la escuela. Pero sabemos que este año no va a ser así.
La pandemia, que ya nos robó la primavera, también nos ha desbaratado la vuelta al cole. Y lo que siempre nos pareció un refugio ahora se nos presenta como una amenaza. ¿Cuarentenas?¿Rebrotes?¿Contagios?. La mascarilla, el gel hidroalcohólico y la distancia de metro y medio serán los compañeros inseparables en el aula y en el recreo.
Tenemos la mochila cargada de dudas. Hemos oído opiniones de todos los colores y de todos los ámbitos, padres, madres, docentes, sindicatos, todas contrastadas, pero también casi todas divididas. Y además con 17 realidades distintas el puzle se hace aún más intrincado. Estamos ante una emergencia sanitaria y educativa tan imprevista como extraordinaria y preocupante. Tendremos que darle la vuelta a la vuelta al cole para garantizar el derecho a la educación de una generación entera.
Y es que la escuela es el mejor ascensor social que tiene la sociedad para promocionar la igualdad de oportunidades: que las metas que una persona alcanza no dependan de su origen sino del esfuerzo y del talento. Si no tomamos medidas contundentes este ascensor será solo de bajada.
La crisis educativa en España es anterior a la pandemia. El coronavirus no ha hecho mas que empeorar esta situación golpeando a una sociedad marcada por la desigualdad. Si ya partíamos de un índice de pobreza infantil del 30,3%, es lógico pensar que tras la crisis económica surgida tras el estado de alarma este índice haya empeorado. Además los recortes en educación durante la crisis de 2008 no han hecho más que debilitar nuestro sistema educativo.
La pandemia ha sacudido sobre todo al alumnado mas vulnerable. El cierre de las escuelas que obligó a la educación en casa puso de manifiesto la brecha digital. Un alumnado excluido por falta de conectividad, acceso a ordenadores, desconocimiento del uso de las plataformas digitales y falta de un espacio adecuado para el estudio. Un alumnado que en muchos casos tampoco puede contar con el apoyo de sus padres por el propio desconocimiento de ellos mismos del uso de estas plataformas.
Ya antes de la pandemia un tercio de la infancia y adolescencia de nuestro país vivian en familias que no han podido permitirse ni irse una semana de vacaciones o pagar un campamento de verano. Incluso pasan menos tiempo con sus padres debido a las extensas jornadas laborales de las profesiones mas precarias. El ocio, el tiempo libre y la vida en familia favorecen el bienestar social y emocional de la infancia y por lo tanto incrementa su desarrollo educativo y su autoestima que a su vez influye en su éxito escolar.
Para asegurar la equidad educativa y no dejar a nadie atrás en tiempos de pandemia en Educo apostamos por una educación presencial al menos en las etapas de infantil y primaria, siempre que la crisis sanitaria lo permita. Las Comunidades Autónomas deben asumir su responsabilidad y apoyar a los centros escolares con todos los recursos necesarios para ofrecer un educación de calidad y asegurar la salud del alumnado y del profesorado. Un trabajo coordinado al que se deben sumar los servicios sanitarios de proximidad, servicios sociales, y entidades sociales. El Gobierno y las Comunidades Autónomas deben establecer un plan de financiación extraordinaria para una vuelta segura al cole.
En 2020 démosle la vuelta a la vuelta al cole para aprobar con buena nota. Toda una generación de niños y niñas depende de ello.
Derechos de imagen: Oscar Egea/Educo
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