“He sufrido mucha violencia durante mi infancia y luego como mujer, como cuando tenía 13 años... He pasado procesos difíciles, pero aquí estoy. Además,
tuve que dejar la escuela en tercero, con ocho años, para trabajar, y siento que el estudio a mí me hace falta, yo quisiera aprender más”.
María Luisa tiene 35 años y vive con sus dos hijos y su marido en un municipio del departamento de Sonsonate, en El Salvador.
Es una mujer emprendedora, tiene un negocio propio, y es presidenta de la Asociación de Mujeres de su localidad.
Pero no siempre fue así. Cuando la conocimos presentaba un cuadro de estrés depresivo debido a los traumas vividos. Criaba a sus hijos de la única forma que conocía,
dando por buena y como normal la violencia que durante toda su vida ha visto que se ejercía hacia las niñas y las mujeres.
Y es que en El Salvador, las problemáticas relacionadas con la equidad entre hombres y mujeres que más afectan a la población son la violencia machista, la
alta tasa de embarazos precoces y la vulneración de los derechos de las niñas y los niños.
En respuesta a esta situación, de la mano del Movimiento Salvadoreño de Mujeres (MSM) y con el apoyo de la Agència Catalana de Cooperació al Desenvolupament (ACCD), nos pusimos a trabajar para que las
niñas, adolescentes y mujeres del departamento de Sonsonate, concretamente en los municipios de Nahuizalco, San Julián, y Santa Isabel Ishuatán, puedan vivir una vida libre de violencia.
En primer lugar, ofrecemos formación a 12 mujeres de cada una de las asociaciones de mujeres de los tres municipios para que se organicen en lo que llamamos
Ventanas Ciudadanas, puntos de referencia para asesorar y dar seguimiento a casos de violencia machista denunciados por niñas, adolescentes y mujeres de la localidad. Estas mujeres saben cómo acceder a la justicia y denunciar, pero también cómo prevenir la violencia, y sirven de referencia para las demás mujeres del municipio.
También llevamos a cabo una tarea de
sensibilización sobre derechos de las mujeres, equidad de género y convivencia escolar sana entre 450 estudiantes de entre 12 y 18 años de cinco centros escolares de cada municipio sus familias y docentes.
Como parte de esta formación, los niños y las niñas participantes realizarán diferentes acciones de incidencia tanto en el entorno escolar como comunitario. Del mismo modo, desde las asociaciones de mujeres se llevarán a cabo
acciones de incidencia con los gobiernos locales con el objetivo de que aumenten el presupuesto municipal dirigido a prevenir la violencia hacia las mujeres.
“Después de participar en el proyecto me siento diferente, a pesar de toda la violencia que sufrí. Todo el proceso me ha ayudado a salir adelante y superar mis problemas emocionales.
Ahora puedo defenderme como mujer y conozco mis derechos. Sé cómo debo denunciar si vuelvo a sufrir violencia”, afirma María Luisa.
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