Hace unos meses hablábamos en este blog de la importancia de los llamados
Grupos de Seguridad Alimentaria en Bangladesh para ayudar a las familias de niños que estudian en nuestras escuelas rurales a
incrementar sus ingresos y mejorar su nutrición. Hoy nos llega el testimonio de una madre,
Bedena Akhter, que ha podido mejorar sus condiciones de vida y las de su familia gracias a este apoyo.
Uno de los principales problemas que afrontan los alumnos, y por extensión sus familias, en las zonas rurales de los
distritos de Mymensingh y Gazipur es la desnutrición, ya sea debido a la escasez como a la poca variedad de la dieta, muy basada en el arroz. Por ello, en Educo ayudamos a estas familias con
programas específicos que tienen por objetivo que puedan incrementar sus cultivos, enriquecer su dieta y, si se generan excedentes, mejorar sus pobres ingresos.
Estos programas van dirigidos esencialmente a mujeres, en su mayoría madres de alumnos que estudian en alguna de nuestras dieciséis escuelas rurales de estos distritos. La razón es doble: por un lado, su papel es clave en la alimentación infantil y, por otro lado, tradicionalmente se quedan al cuidado de las pequeñas parcelas domésticas mientras los hombres trabajan fuera, en labores del campo.
Formación en técnicas agrícolas
A través de sesiones de grupo (los llamados Grupos de Seguridad Alimentaria), que combinan la teoría con la práctica, nuestros técnicos instruyen a las participantes en aspectos relacionados con el cultivo, la siembra, el almacenamiento de la producción, la cosecha, la mezcla de semillas, la preparación del terreno para cultivar o el manejo de herramientas agrícolas. También les enseñan cómo criar animales de corral, cómo preparar un corral de gallinas o cabras, y les proporcionan vacunas para prevenir enfermedades en los animales.
Bedena Akhter es una de las mujeres que participan en estos grupos. Vive en una pequeña comunidad llamada Talabo, en el subdistrito de Bhaluka, con su marido, su suegra, sus dos hijas –Rahima, de ocho años y Khadiza, de año y medio– y su hijo –Rabiul, de tres años–. Ella nos cuenta que, cuando se unió en 2012 al programa de Educo, los únicos ingresos que tenía su familia eran el escaso sueldo de su marido, de apenas 3.500 takas mensuales (cerca de 40€). “Teníamos que luchar a diario con la miseria, y yo hice lo posible para sacar un mejor rendimiento de nuestro pequeño huerto doméstico pero no tenía los conocimientos necesarios”, explica. “
En aquel momento, unirme al Grupo de Seguridad Alimentaria de Educo fue para mí como un rayo de luz. Ahí aprendí modernas técnicas de cultivo y, con el apoyo de mi marido y mi suegra, he aumentado la producción. Ahora, gano unas 6.300 takas al mes y
puedo ayudar económicamente a mi familia y cubrir las necesidades básicas de salud y educación de mis hijos”.
En sesiones de grupo, las mujeres aprenden técnicas para cultivar sus huertos y criar aves de corral
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