Tenía todo en contra para seguir estudiando. La pandemia provocada por el coronavirus paralizó la presencialidad de las aulas y se impuso la educación por internet, pero Pranav pertenece a la tribu Warli de Maharashtra, en la India, y vive en una aldea rural donde la conexión a la red es casi nula además de que en su casa solo hay un teléfono inteligente que se llevaba su madre a trabajar. Y cuando estaba en casa tenía prioridad su hermano mayor de nueve años. Aun así, hoy cursa sexto de primaria.
"El profesor solo nos enviaba los materiales de estudio por internet. No solía haber ninguna explicación, por lo que era muy difícil de entender", nos cuenta Pranav. Se desmotivó tanto que casi se olvida de leer, con el agravante de que sus padres lo pusieron a trabajar. "Quería estudiar todos los días, pero en casa no podía porque había mucho ruido por las obras de construcción y mis padres querían que trabajara todos los días llevando ladrillos, barro y agua. También ayudaba en las tareas domésticas, como lavar los platos y preparar la cena, ya que mi madre salía a trabajar. Por eso, poco a poco perdí el interés por los estudios. Mi mente estaba preocupada por otras cosas", cuenta Pranav. Además, como sus padres no pudieron trabajar durante la pandemia durante más de cuatro meses, tuvieron problemas económicos.
El impacto negativo de la pandemia en la educación de Pranav y los demás niños de su pueblo fue evidente cuando las escuelas empezaron a reabrir. "Pranav solía ser muy bueno en los estudios, pero durante el cierre se olvidó de cómo leer y cuando asistió a la escuela después del parón iba a tientas. Era uno de nuestros niños con mejor rendimiento y, si este era su estado, temíamos que otros niños ni siquiera hubieran mirado un libro durante el cierre", nos cuenta uno de nuestros compañeros en terreno. Por eso, cuando su escuela volvió a abrir, a él y a sus amigos les costó bastante adaptarse.
El centro de la aldea de Pranav se puso en marcha en junio de 2021 y le dio la motivación que necesitaba para empezar a aprender de nuevo. "Estudiar y conocer a mis otros amigos que también asistían a las clases me hizo muy feliz. Tuve tiempo para estudiar y jugar. Estaba ansioso y entusiasmado por venir a las clases, ya que eran muy creativas e interesantes", nos cuenta un agradecido Pranav y añade: “Tenía dos horas de clase diarias con otros 40 niños. Mi profesor reavivó mi interés por los estudios a través del yoga, los juegos, los deportes, los concursos de redacción, el dibujo, el arte o la artesanía. También celebramos juntos los festivales, lo que fue muy divertido".
Nuestros centros están dirigidos por un educador de la comunidad que es identificado por el equipo del proyecto en estrecha colaboración con personas clave de la comunidad. El educador imparte las clases en su propia casa o en un espacio apropiado que identifican los propios miembros del pueblo. Los niños de diferentes cursos que asisten al CAC aprenden unos de otros. Pranav también ayuda a los niños que son más jóvenes que él, así como a sus propios amigos, en sus estudios. Regularmente, invitamos a los líderes de las aldeas a los comités de gestión de los CAC para debatir y trabajar juntos en los problemas que tienen los niños en las aldeas. Pranav ahora está de nuevo en el buen camino para alcanzar su sueño de convertirse en ingeniero y hacer que sus padres se sientan orgullosos gracias a su inquebrantable determinación de aprender.
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